La vulnerabilidad es el lugar de nacimiento de la conexión y la ruta de acceso al sentimiento de dignidad. Si no se siente vulnerable, probablemente el intercambio no es constructivo.
- Renée Brown
A veces, la vida simplemente llega y golpea duro. En muchas ocasiones, más de las que quisiéramos, sin aviso, nos sorprende una enfermedad, la ruptura de una relación, el fin de un trabajo, una catástrofe natural, una demanda legal, la pérdida de nuestra seguridad económica, la evaporación de nuestros sueños o peor aún, la muerte de alguien a quien amamos. Estos y otros eventos, hacen emerger nuestra propia vulnerabilidad, una condición completamente humana, pero que culturalmente aprendemos a ocultar y rechazar.
Por supuesto que la fortaleza es una virtud. Es una energía física, emocional y moral que permite a una persona enfrentar los acontecimientos de la vida con solidez y perseverancia, superando los obstáculos que se le presenten. Así, poseer esta característica despierta admiración en las personas que nos rodean. Pero, precisamente por ello, muchos de nosotros la desarrollamos como una máscara, para disfrazar a toda costa nuestra propia vulnerabilidad.
En la historia de Hércules, uno de los héroes más populares de la mitología griega, debido justamente a su fuerza sobrenatural y su amor por los demás, podemos encontrar claves de cómo la vida es un baile entre la paz y el caos, y que la fortaleza se forja en ese compás.
A Hércules le pasó de todo: Hera, la esposa de Zeus, sabiendo que era el hijo ilegítimo de su marido, trató de asesinarlo antes de nacer; le puso serpientes bajo su cuna, las cuales fueron estranguladas por el bebé con sus propias manos; fue abandonado en el bosque, rescatado por Atenea y tratado de asesinar nuevamente por Hera; en un arranque de ira, Hércules mató accidentalmente a su profesor de música; bajo las argucias de Hera le quitó la vida a su esposa e hijos, motivo por el cual trató de purgar su culpa con los famosos 12 trabajos indignos y extraordinariamente difíciles; peleó en la guerra contra los Titanes;, su segunda esposa, Deianir, fue violada por el centauro quien antes de morir por una flecha de Hércules, logra engañarla para que lo envenene y ella termina suicidándose al darse cuenta de su error. Hércules, por ser un semidiós, tiene una muerte lenta en la que alcanza a subir a un monte a crear su propia pira funeraria.
El mito de Hércules es una representación de la vida real. Las personas tenemos luchas contra nuestros propios demonios, sufrimos decepciones y cometemos errores que nos pasan factura, pero también, nos acontecen situaciones trágicas por azar. La fortaleza, al final del día, es abrazar a nuestro león interior y dejarlo descansar.
En la vulnerabilidad hay mucha fortaleza. Primero, en el reconocimiento de nuestras capacidades reales, que muchas veces pasamos por alto por enfocarnos en nuestras habilidades imaginarias. Segundo, porque une más el dolor que la alegría. Justo donde se asoma nuestra vulnerabilidad, aparece la solidaridad y nos damos cuenta que nuestras fuerzas se magnifican en el apoyo que nos brindan los demás, tanto los conocidos como los extraños.
La fuerza que encontramos en la debilidad, es el producto de cómo nuestras capacidades son sostenidas y solidificadas por aquéllos otros que nos cobijan cuando la adversidad se hace presente. Es en la vulnerabilidad, donde al sintonizarnos nosotros mismos con nuestro yo real, podemos conectar con los demás. Cuando somos capaces de ver nuestra debilidad, se derrumba el muro que construye el juicio sobre los demás y es entonces cuando descubrimos que somos uno con los demás. La fortaleza es sin duda, un capital personal muy valioso, pero la vulnerabilidad, es un inapreciable patrimonio que construye comunidad.
