“Se debe dirigir viendo lo que los demás no ven”. Carlos Llano Cifuentes.
No hay puesto más solitario en una empresa que el del director[1]. El resto de los colaboradores dentro de la jerarquía organizacional comparten sus retos, sus preocupaciones, sus frustraciones y sus dudas, tanto por diseño del trabajo como por impulso humano. Ellos acuden a sus líderes esperando ser escuchados, motivados, guiados y reconocidos.
En cambio el líder, desde su posición de influencia, generalmente guarda dentro de sí todas las emociones que le provoca todo aquello que amenaza la vida de su comunidad, pues responde a esta expectativa social de ser un superhéroe. Después de todo, las personas de manera natural buscamos referentes y en nuestra necesidad de tener esperanza en algo, atribuimos las características que asociamos al éxito social a aquéllos que están en una posición de mayor influencia a la nuestra. Y les demandamos que las cumplan, so pena de perder nuestra confianza y el valor frente a nuestros ojos.
El líder, de manera consciente o inconsciente, procurará proporcionar fortaleza a su equipo a costa de comerse a solas su propia vulnerabilidad. Aún si el director tiene una asamblea de socios, patronato o consejo directivo no acudirá a ellos sin una respuesta a los desafíos que enfrenta y su rostro y discurso deberán estar investidos de seguridad, aun cuando su mente, su corazón y sus entrañas le griten lo contrario. O por simple protección de su ego.
Lo anterior es un marco emocional frecuente en los líderes dentro del cual han de desempeñar varios roles: estratega, desarrollador de más líderes, vocero, comunicador, vendedor y pegamento social.
Como estratega, el líder tiene una alta y profunda responsabilidad: crear el futuro de la organización, diseñando su posicionamiento y con ello, decidiendo en que se enfoca y renunciando a lo que no. La estrategia, al final del día, es la teoría del líder sobre qué objetivos logrará la empresa para cumplir su fin último. Ser estratega significa crear un escenario que aún no existe y que pocos imaginan, pero que a muchos inspira.
En esta ruta, la influencia del líder es proporcional al número de líderes que él mismo logre desarrollar. Si él es el único líder en la empresa, los resultados estarán limitados a su capacidad personal. Si es capaz de formar y hacer crecer a más líderes, su impacto se vuelve exponencial.
El líder también es un vocero de la organización hacia el exterior. Es la imagen misma de la empresa. Lo que él exprese será lo que las diferentes comunidades a las que pertenece la empresa conozcan y valoren en la misma. Así, él se convierte en el enlace entre el exterior y el interior de las fronteras de la empresa.
El director debe responder con habilidad a su rol como comunicador al interior de la organización, pues el se convierte en el mensaje más poderoso para todos sus miembros. Lo que él diga y cómo lo diga será el patrón de comportamientos y decisiones que asumirán sus colaboradores.
Más aún, el líder debe ser el mejor vendedor de la empresa. Esto es literal, tanto de los productos y servicios como metafórico respecto a los valores y la estrategia de la compañía. La empresa necesita que sus clientes hagan sonar su caja y para que eso suceda, la compañía necesita que sus colaboradores respiren la estrategia y exhalen su misión.
El líder finalmente, debe ser el pegamento social que mantenga unido al personal y a la empresa con sus comunidades.
El compromiso de los colaboradores es más un resultado de las relaciones humanas al interior de la empresa que el apego a un salario. Las relaciones interpersonales siempre se dan entre colaboradores, pues es parte de la naturaleza social de las personas, pero que estas se vuelvan parte del tejido de la empresa, es labor del líder.
De la misma forma, el líder debe encarnar este mismo pegamento social de la empresa con su comunidad. Si la empresa no sirve a una comunidad (como proveedor, como miembro, como eslabón de la cadena de valor económico y social) pierde todo su sentido. En un entorno complejo e incierto, la solidez y supervivencia de la empresa es sostenida por una comunidad fuerte con quien cierre filas para salir de la crisis juntos.
Como podemos ver, la mayor parte del trabajo del líder está lejos de un escritorio y no tiene que ver con una silla o un puesto, sino con su carácter y pasión. El líder no lucha solo con el entorno, con la competencia o con su equipo, sino también consigo mismo. Conocer el impacto que tiene en cada uno de estos roles y asumir responsabilidad sobre sí mismo para estar en capacidad de servir plenamente a sus comunidades a través de ellos, es lo que hace un líder consciente.
[1] Deliberadamente en este nudo se utilizan referencias masculinas para no asociar la vulnerabilidad y los desafíos el líder a atributos femeninos.
