Tened siempre presente la naturaleza humana, es de nuestra naturaleza caer y cometer faltas
-Confucio
Cronos fue uno de esos hermanos menores que tienen que gritar más fuerte para lograr la atención de mamá. Al verse siempre disuelto entre el montón de hermanos, desarrolló una sed de poder que solo sació derrocando a su padre, Urano, el titán griego que personificaba el Cielo. Cansado de vivir a la sombra de sus hermanos, los encerró en el infierno. Su padre, al ver todo esto, lo maldice, y le augura que él correría la misma suerte con sus propios hijos. Entonces, Cronos, asustado por la amenaza, se deshizo uno a uno de sus hijos devorándolos al nacer. Rea, horrorizada por las acciones de su esposo, escondió al pequeño Zeus para salvarlo de su padre.
En las empresas existen muchos líderes Cronos, que tienen un miedo patológico de ser desplazados de su puesto por colaboradores bajo su dirección. La respuesta de ese tipo de jefes es impedir el crecimiento de las personas a su cargo, haciendo gala de su poder e infringiendo miedo en sus subordinados. En su comportamiento, es notorio su esfuerzo para esconder sus emociones, sus carencias y sus miedos.
Con esta actitud, el líder Cronos genera estrés laboral, comunicación ineficiente, desmotivación y baja productividad. Por lo general, las personas que presentan este comportamiento, son gerentes medios, con mucha antigüedad en la empresa, que reconocen en sí mismos carencia de habilidades para el cargo que ostentan. No delegan y crean relaciones laborales codependientes, donde atraen o crean subordinados sumisos, mediocres y faltos de ética.
Se genera entonces un clima laboral enrarecido, donde reina la resistencia al cambio y la apatía. La comunicación termina siendo a través de rumores y chismes.
La situación se pone peor. Este tipo de síntomas laborales invita a otros síndromes a habitar bajo el mismo techo[1]. Los síndromes que concurren comúnmente con Cronos son el acoso laboral -del cual hablamos en la edición anterior-, el presentismo y la adicción al trabajo.
El presentismo consiste en la necesidad apremiante de permanecer en el lugar de trabajo. Las personas que lo padecen, fingen heroísmo al ir a trabajar aún enfermos y tienden a prolongar sus jornadas laborales exaltando la importancia de sus labores, su gran carga de trabajo y haciendo gala de su supuesta inquebrantable responsabilidad. No obstante, la mayor parte de las veces, simplemente alargan sus tareas para aparentar todo lo anterior.
La adicción al trabajo[2] se manifiesta como una compulsión a trabajar de manera excesiva para lograr un éxito más allá de lo laboralmente esperado. Esta adicción hace que las personas gradualmente pierdan estabilidad emocional y traten de llenar vacíos personales artificialmente con el éxito en el trabajo.
Nada de lo anterior parece contribuir a un desarrollo positivo de las organizaciones y es válido preguntar por qué las empresas se permiten tener colaboradores Cronos en sus filas. Mi mejor respuesta es que las propias empresas los generan.
Cuando las organizaciones están orientadas únicamente a resultados y toman como mantra que el fin justifica los medios, hacen que todo el aparato organizacional se enfoque en el qué del negocio, dejando de lado el cómo y el porqué del mismo. De esta manera, la empresa pierde de vista los procesos y las condiciones que realmente producen esos resultados esperados, pasando entonces de largo a la persona, quien es vista únicamente como instrumento robotizado, a quien por darle un insumo -el salario- producirá en automático los resultados esperados.
El jefe, cuya labor se convierte en esforzarse por lograr las metas organizacionales, se la cree y se compara a sí mismo y a sus colaboradores con una fórmula matemática donde sueldo más presión es igual a resultados. Al ser incapaz de reconocer en sí mismo sus propias necesidades, ya sean emocionales o de crecimiento, se auto engaña y entonces busca conservar el status quo para que todo se mantenga inamovible, tejiendo así su nido de seguridad.
Enano Cronos, enanos colaboradores, enana la empresa. No hay empresa exitosa con un líder fracasado.
Una mala noticia y dos buenas. La mala noticia es que se estima que el 50% de las empresas presenta el síndrome de Cronos[3]. La primera buena noticia es que está en manos de la empresa revisar su cultura organizacional, sus objetivos y corregir el camino: y por supuesto, sanar a sus Cronos. La segunda buena, y aún mejor noticia, es que si en estas circunstancias la empresa ha sobrevivido, haciendo un cambio en su estrategia puede destapar su crecimiento a niveles sin precedentes.
Así como en una edición anterior reflexionábamos cómo la cultura mata la estrategia, la cultura también mata cualquier crisis. Hasta la de covid.
[1] Grettchen Flores-Sandí, en su artículo Síndrome de Cronos (2011), les llama comorbilidades
[2] Las personas que padecen esta adicción son denominadas comúnmente con el anglicismo workaholic.
[3] También según Grettchen Flores-Sandí
