Pocas ciudades han tenido tantas transformaciones urbanas como París y que han logrado asimilar dichas modificaciones en aras de una mejor ciudad. La ciudad luz, como se le denominó desde principios del siglo XIX, al convertirse en la primera localidad europea en utilizar lámparas de gas en el alumbrado público, desde el año 2014 es gobernada por la primera mujer alcaldesa de origen español, Ana Hidalgo Aleu. La alcaldesa llegó a Francia con apenas dos años de edad, obtuvo la nacionalidad francesa a los 14, cambió su nombre a Anne y ahora ha transformado de forma radical a París.
Sus primeros seis años al frente de la capital no fueron nada fáciles, basta recordar los atentados terroristas del 13 de noviembre del 2015, el incendio en la catedral de Notre-Dame, las multitudinarias manifestaciones de los denominados “chalecos amarillos” y la huelga en los transportes públicos. Sin embargo, desde el 2014 que fue electa como alcaldesa, ha cosechado un éxito tras otro, al convertir a París en una ciudad más innovadora de Europa y ahora sede de los Juegos Olímpicos 2024.
A principios de 2020 presentó su campaña para la reelección, bajo el lema “París en común”, cuyo principal objetivo fue limpiar el aire que respiran los ciudadanos y mejorar su vida cotidiana,con el proyecto denominadola “ciudad 15 minutos” (‘Ville Du Quart D’Heure’). La estrategia ofrecía hacer de París una ciudad de movilidad 100% limpia en 2030, es decir, sin vehículos de combustibles fósiles. Claro está que sus adversarios políticos la acusaron de ser la principal enemiga de los automóviles, pero esto no evitó que lograra su reelección.
Durante el tiempo de la pandemia, los parisinos, como sucedió en muchas otras ciudades del mundo, recuperaron la escala del barrio como el ámbito más seguro de convivencia social, situación muy acorde a lo radicalmente propuesto por Hidalgo. Asumió como su principal bandera reformadora el paradigma de la denominada “ciudad 15 minutos”. Este concepto fue desarrollado por el urbanista de origen colombiano Carlos Moreno, quien llegó a Francia a la edad de 20 años, hoy es profesor de varias universidades, experto internacional en la Smart City humana y en ciudades y territorios del mañana.
Su pensamiento se resume en sus declaraciones al respecto de “pasar de la planificación urbana a la planificación de la vida urbana”, lo que “significa transformar el espacio urbano, que sigue siendo altamente monofuncional, con la ciudad central y sus diversas áreas especializadas, en la ciudad policéntrica, basada en cuatro componentes principales: proximidad, diversidad, densidad y ubicuidad”.
La actual alcaldesa ambiciona reducir el tráfico a motor a partir de lograr que cualquier habitante de París pueda conseguir lo que necesite a un máximo de 15 minutos de distancia caminando. Una farmacia, una tienda de ropa, un centro de salud, un bar, una ferretería o un supermercado. Comercios que todos deberíamos tener cerca de casa para, que no sea necesario utilizar automóvil. Tal y como ya ocurre en ciudades holandesas como Groningen y Utrecht.
La peatonalización del centro de París y de la zona cerca del canal Saint-Martin va de forma simultánea con la construcción de más pistas para bicicletas con el objetivo de hacer de París una ciudad 100% bicicleta. Además de reducir la presencia de los coches en la capital, imponer como velocidad máxima 30 kilómetros por hora para vehículos en la ciudad, ampliar las zonas verdes y crear un cuerpo de policía municipal que no vaya armado.
En su discurso de toma de posesión, al ser reelecta Anne expresó a los parisinos: “Han elegido la esperanza (…) Han elegido un París que respira, un París más agradable para vivir, una ciudad más solidaria que no deja a nadie al margen (…) Esta victoria tiene sentido porque es colectiva”.
La reelección de Anne demuestra que es posible llegar al poder y mantenerlo sobre un programa de reforma urbana radical, siempre y cuando la población conozca el proyecto, los cambios propuestos, pero, sobre todo, los beneficios que obtendrán. En el mundo pos-covid-19, mientras algunos se debaten entre el populismo o la extrema derecha, al menos hoy en Francia queda claro que la preocupación por la ecología se sitúa en el centro del debate político, lo que se traduce en un avance de proyectos ambientalistas.
Hoy en día las ciudades que todavía tienen como base el paradigma de la era del petróleo y su impacto en las carreteras y la planificación urbana, con base en la zonificación de usos de suelo que demandan la utilización de automóviles en todos lados, comienza a ver su fin. No se ignora que se trata de política de trasformación urbana radical y que requerirá por igual una transformación de nuestro estilo de vida. A decir de la alcaldesa Hidalgo, los parisinos comprendieron que “preservar nuestra calidad de vida requiere que construyamos otras relaciones entre estos dos componentes esenciales de la vida urbana: el tiempo y el espacio”. En la actualidad todos deberíamos comprenderlo y estar dispuestos a hacer cambios radicales en pro de una mayor calidad de vida urbana.