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Urbanópolis. La URSS y la planificación urbana en México

La semana pasada murió uno de los personajes claves de la historia del siglo XX, sólo comprendiendo su actuar es posible explicar lo acontecido durante el siglo pasado y más aún, la situación actual que vivimos. Mijaíl Gorbachov fue líder de la URSS, y desde 1985 trató de implementar políticas al interior de la unión comunista para sacarla del estancamiento económico en el que se encontraba. Sin duda, una de sus reformas más conocidas fue la Perestroika, que planteaba una apertura en la economía soviética, hasta entonces centralizada y basada en la planificación e intervención estatal. También llevó a cabo la llamada Glásnost, a través de la cual se impulsó la libertad de expresión que dio origen a las 15 Repúblicas de la Unión Soviética, sin utilizar la fuerza militar; escenario muy distinto al que actualmente se vive en Ucrania.

Cuando comenté la noticia con algunos de mis alumnos de licenciatura, observé que les era muy ajeno y, hasta desconocido, el tema de la URSS. Les señalé que muchas de las ideas que prevalecen hoy sobre la planificación urbana, tiene su origen en la otrora potencia mundial. Y es que no debemos olvidar que, desde la primera experiencia de construcción socialista emprendida por la URSS, a partir de 1917, la planificación surge como un instrumento inherente a la formación del socialismo. En este momento se trató de una planeación del desarrollo con marcado énfasis en la economía, así que un elemento icónico de este proceso de planeación en Rusia, fueron los denominados “planes quinquenales”, cuyo objetivo era impulsar la rápida industrialización de la Unión Soviética.

Hubo un total de 13 planes quinquenales, siendo el primero de 1929 a 1933, que políticamente se basó en las corrientes socialistas promovidas por la Revolución bolchevique liderada por Lenin. El plan pretendió reaccionar contra los postulados del capitalismo y suscitar una acción que promoviera una visión de la relación de los fenómenos sociales con aquellos de carácter económico. En otras palabras, se planteaba la necesidad de que el Estado garantizara las condiciones de vida de sus habitantes, de entre las que destacaban los temas de salud y educación.

Se decretaron tres planes posteriores, y el penúltimo de 1938-1941 se vio interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, una vez concluido el conflicto bélico, se elaboró el último plan quinquenal para el período 1991-1995, que se interrumpió debido a la disolución de la Unión Soviética en 1991. ​

Lo relevante del caso es comprender que el plan quinquenal fue un instrumento fundamentalmente de planificación económica, donde se establecían objetivos generales a un horizonte de cinco años. Por ejemplo, en el periodo de 1927 al 1928, se presentó una profunda crisis agrícola que propició que los campesinos vendieron al Estado una cantidad muy pequeña de alimentos, situación que motivó a Stalin a impulsar una nueva fase en la historia económica de la URSS: la industrialización acelerada mediante la planificación central. Bajo la visión de los dirigentes comunistas, altamente influidos por el pensamiento de Carlos Marx, la industrialización revestía la mayor importancia, debido a que la economía soviética seguía siendo mayoritariamente agrícola, campesina y rural.

El surgimiento de la planificación en la Unión Soviética (URSS) se produjo como la principal estrategia centralizada para producir y distribuir bienes y servicios con fines igualitarios, a diferencia de aquellos países europeos que habían incorporado políticas liberales y optaron por dejar a los mercados la regulación de la vida social, a través de las transacciones de mercado y la prácticamente nula intervención del Estado.

Bajo el contexto anterior, en México, para 1930 se presentaba la expedición de la primera Ley de Planeación General de la República, que de una u otra forma recogió la preocupación revolucionaria de usar el poder del Estado para impulsar en forma ordenada el proceso del desarrollo nacional, más aún, después de la crisis internacional de 1929. En 1933, el Partido Nacional Revolucionario (actual PRI), elaboró el primer plan sexenal, inspirado en el modelo de los ya mencionados planes quinquenales del gobierno soviético. Hay que subrayar el hecho de que la Ley de Planeación se decretó en las vísperas del ascenso a la Presidencia del general Lázaro Cárdenas del Río, quien, entre otras muchas acciones, buscó impulsar en México una educación de alta influencia socialista.

Para 1936 se publicó la Ley de Planeación y Zonificación del Distrito Federal, con la cual se pretendía planear el crecimiento de la capital del país; al término del mandato de Cárdenas, en 1940, se elaboró el segundo plan sexenal, mismo que no se logró ejecutar por el surgimiento de la Segunda Guerra.

Sin lugar a dudas que lo acontecido en la URSS por las condiciones del Estado como propietario de la tierra y los medios de producción, garantizó la conducción del desarrollo de un país y, sobre todo, la correspondencia entre las políticas económicas y la ocupación del territorio a través de la ordenación de los asentamientos humanos. Sin embargo, en México algunos aspectos de la planeación se trasladaron al ámbito urbano, y hasta la fecha se contemplan usos de suelo que, en términos prácticos, representa determinar la vocación bajo la cual se ejerza el usufructo de la propiedad privada, ignorando en gran medida la estrecha vinculación que debe existir con las políticas económicas.

La influencia fue tal, que muchos de los primeros instrumentos de planeación establecían sus acciones en tres horizontes temporales: mediano, corto y largo plazo, con base en una contabilidad de quinquenios, esto es a 5, 10 y más de 15 años, sin que necesariamente ocurriera una correspondencia con los periodos gubernamentales federales o estatales a los que en un segundo término se buscó alinear, pero ya en la década de 1970.

Hoy es fácil distinguir dos procesos de planificación, el de carácter imperativo, como el desarrollado en Rusia, donde el Estado utiliza la planificación como instrumento administrativo, porque detenta la propiedad social sobre los medios de producción, y el proceso de planificación de carácter indicativo, cuando el Estado ejerce a través de su poder una orientación, mediante un sistema de planificación institucionalizado. En nuestra realidad urbana, nos queda mucho por hacer para lograr conciliar el interés de los propietarios del suelo, con el interés público y no simplemente impulsar una estructura normatividad cada vez más rígida y compleja.

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