Comúnmente la ciudad de Morelia es agraciada por la llegada de miles de turistas que vienen a disfrutar de las distintas plazas y sitios históricos que albergaban, hasta el año pasado, centenares de personas. Este Jueves Santo, la situación fue distinta, el recorrido tradicional de las 7 iglesias con las que los fieles recuerdan los lugares en los que estuvo Jesús desde que fue apresado hasta su crucifixión, también se vio afectado por la Cuarentena para evitar el contagio del COVID-19.
La primera parroquia que visitamos fue la de la Merced, lugar que se encontraba abierto para que, si algún fiel religioso se aventuraba, en plena pandemia, realizar este recorrido simbólico que hizo Cristo antes de ser crucificado en el monte Calvario. Pero al entrar al escenario religioso solo estaba el sacristán sentado observando todas las bancas vacías.
La segunda parada fue la catedral de Morelia, imponente para aquellos que no nos acostumbramos a una estructura de esta naturaleza, y, en el trayecto, la avenida Madero era un fantasma, pocas personas caminaban con prisa y los autos pasaban como gota china, en ratos sí, en ratos no. Al llegar a la entrada principal de la edificación religiosa más grande del estado, confirmamos que la Cuarentena obligó a los fieles a quedarse en casa.
Caso contrario fue el templo de San Francisco. Al transitar la plaza Valladolid, a lo lejos apreciamos a un grupo de personas saliendo de la iglesia, todos eran mayores y se protegían con cubrebocas; al cruzar la puerta, a lo lejos resaltó una nube de incienso y a lo mucho una decena de fieles sentados rezando. Es preciso decirlo, fue la única iglesia de todo el recorrido con una cantidad considerable de católicos.
Las plazas públicas, algunas calles del propio centro histórico, de repente se quedaban en el mutismo, ni un auto, ni una persona, nada. Así llegué al Templo Santa Rosa de Lima, donde los eclesiásticos celebraban un oficio religioso mientras un señor de gorra estaba hasta atrás hincado con las manos extendidas.
Las últimas tres iglesias: Del Carmen, San Agustín y San Diego, confirmaron la ausencia de los fieles que tendrán que esperar a que la contingencia sanitaria por el COVID-19 termine, dejando por ahora una Semana Santa sin colores púrpuras como acostumbramos, ni Procesión del Silencio, ni Pasión de Cristo.