Segunda Parte
La inteligencia artificial, el machine learning y la robótica nos obligarán a ser más humanos
- Didem Ün Ates
El potencial impacto de la inteligencia artificial generativa en el mundo productivo proviene de su capacidad de crear soluciones y dar respuestas de manera autónoma y eficiente. Esta posibilidad levanta la preocupación de si la inteligencia artificial reemplazará o incluso superará la inteligencia humana. Como comentamos en la entrega anterior, es importante tener presente que la inteligencia artificial ha sido posible gracias a la conjunción y desarrollo del talento de muchos humanos y eso siempre ha sido una realidad: nadie es más inteligente que el acervo de todos nosotros. El reunir el ingenio de muchos seres humanos tendrá como consecuencia algo más grande que lo que puede hacer una sola persona, y en realidad ese es el fin: cómo logramos más a partir de la colaboración. No debemos olvidar que aunque la inteligencia artificial se nos presente como un avatar, no se trata de un solo individuo detrás de ella, sino que es el resultado de macerar la ciencia y la tecnología durante décadas, con muchas mentes al servicio de ello, y esto, visto desde el progreso, es un logro de la humanidad.
Al final del día, como señala Sebastian Thrun, prominente teórico informático alemán, la inteligencia artificial es el intento de las ciencias por entender la inteligencia y los procesos cognitivos humanos, por lo que la refiere una disciplina más apegada a las humanidades que a las ciencias duras.
Ahora bien, la capacidad de la inteligencia artificial generativa es altísima pues al eliminar el “error” humano, produce soluciones con alta eficiencia y productividad. Así, una columna periodística puede escribirse en segundos y un video puede tener un guión, ser grabado y editado en minutos. La posibilidad de ser diagnosticados de una enfermedad y recibir tratamiento de un robot al estilo de la película Grandes Héroes ya está a la vuelta de la esquina. Digamos que la capacidad de atender las necesidades humanas se expande exponencialmente por la incorporación de la inteligencia artificial generativa en la vida cotidiana.
La discusión sobre el alcance de la inteligencia artificial normalmente se centra en el desplazamiento de puestos laborales, por estos beneficios que trae de eficiencia y productividad. En realidad, el tema no es este, sino que el uso de esta eficiencia es la creación de ganancias monetarias y no de valor para la vida común. O al revés, queremos mantener el talento humano como un bien escaso para poder capitalizarlo económicamente.
En el primer caso, se busca evitar el trabajo humano para ahorrarse el gasto económico y el desgaste emocional de tener empleados y en el segundo, limitar la capacidad de solución de problemas, como puede ser la salud de las personas, para poder cotizarle mezquinamente a un mayor precio.
Desde una perspectiva consciente, la inteligencia artificial no debería derivar en una u otra situación descrita anteriormente, sino por el contrario, la gran productividad que promete debería liberar tiempos y capacidades para que los seres humanos logren una mayor calidad de vida. La inteligencia artificial podría ser el vehículo para lograr la anhelada y necesaria reducción de jornadas laborales que impiden a la gente una vida más allá del trabajo, renunciando incluso a atender sus propias necesidades básicas, como el cuidado de su cuerpo, mente, espíritu y relaciones afectivas.
Si la inteligencia artificial asume el trabajo rutinario o físicamente más riesgoso o rudo, podríamos regresar al divino ocio, declarado por grandes sabios de la humanidad, desde Platón hasta Juan Pablo II, pasando por Thoreau y Tomás de Aquino, como un espacio necesario para desplegar a plenitud el potencial humano, a través de la cultura, la vida común y el arte.
Más aún, si tiramos el disfraz de ser más capaces, más analíticos, más inteligentes, lo que quedará, es ser nosotros mismos, con nuestras luces y nuestras sombras, y quizás, empezaremos a dedicarnos a lo que responde a nuestra naturaleza más esencial: ser personas en comunidad.