Con un país polarizado al que ha incitado con singular interés el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó el momento más importante, llegó la hora de los ciudadanos.
En una contienda electoral marcada por la inseguridad que ha cobrado la vida de 89 aspirantes y candidatos, como lo informó la firma consultora Etellekt, los mexicanos debemos acudir a las urnas el próximo domingo.
Ante la realidad que abofetea constantemente el discurso oficial de los gobiernos, sufragar el próximo domingo no sólo es ejercer un derecho, implica una altísima responsabilidad.
Está claro que cuando se vive en un palacio y resguardado por un séquito de elementos de seguridad, se pierde sensibilidad y empatía, los gobernantes pierden la capacidad de ver, de sentir la realidad que enfrenta la mayoría.
Baste como botón de muestra la afirmación de López Obrador respecto a que el país está en paz; no se ha percatado de la crisis que se vive en varias regiones y donde lamentablemente la Tierra Caliente michoacana no es la excepción.
El inquilino de Palacio Nacional no se ha enterado de la crisis en Aguililla, por citar un ejemplo, con bloqueos carreteros, enfrentamientos entre civiles armados, quema de autos y viviendas, que ha obligado una diáspora en busca de asilo, incluso en el extranjero.
No sabe López Obrador de las más de 800 recomendaciones que el párroco del lugar ha entregado a vecinos de Aguililla y sus alrededores, para que procuren otro lugar donde vivir.
El que dice estar despierto en una reunión de seguridad cada mañana, no se ha enterado y ufano declara desde su patíbulo y acto propagandístico mañanero, que hay gobernabilidad, y celebra que el primero de junio se registraron sólo 57 homicidios y no los 80 o 90 que son el promedio diario.
Está claro que, desde un Palacio y bajo el resguardo de un séquito de seguridad, en todo México hay gobernabilidad. Diferente sería si su mañanera la hiciera desde Aguililla, y claro, sin la presencia de Ejército, la Marina o la Guardia Nacional. Entonces, posiblemente, recupere algo de sensibilidad, empatía o realidad.
Así el contexto con el que llegamos al momento decisivo de elegir en el caso de Michoacán, gobernador, diputados federales y locales, así como presidentes municipales.
Estimado lector, vamos a aprovechar estos días para encontrar a los mejores, si no lo hay, optemos por los menos malos, los que menor daño le puedan causar a nuestro estado y país.
Salgamos a primera hora del domingo 6 de junio a ejercer nuestro derecho, hagamos valer a plenitud nuestra ciudadanía.
No dejemos que los políticos nos polaricen, no vale la pena pelear y perder amigos o familia, independientemente de quien gane o pierda. Michoacán nos necesita informados, unidos y decididos a exigirle a los ganadores que hagan bien su trabajo.
Vamos a votar. No sólo es un derecho, es una altísima responsabilidad.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.
