“El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Lord Acton (1834 – 1902) Escritore y político inglés.
Todas las señales advierten que la reforma al Poder Judicial que implica la elección de ministros, jueces y magistrados a través del voto popular será una realidad en septiembre, pese al enorme peligro que representa para todos los mexicanos.
Se trata de la venganza de Andrés Manuel López Obrador contra un poder, un contrapeso, al que no pudo someter, ni siquiera para mantener ilegalmente al impresentable Arturo Zaldívar al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien optó por dejar correr la posibilidad.
La virtual presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo intentó tranquilizar los ánimos financieros al comprometer calma y análisis de fondo a dicha reforma, pero bastó una reunión para que López Obrador la hiciera recular y le dejara claro quién manda.
La duda que prevalece es si Claudia seguirá sometida o construirá su propio liderazgo y forma de gobernar a partir de octubre. Veremos si quiere y puede, y luego, si sus matices dictatoriales no son mayores que los de López Obrador.
Mientras tanto, los mexicanos, todos, independientemente de preferencias partidistas, no podemos pecar de inocentes. La intención de reformar el Poder Judicial y hacerlo a través del voto popular implica enormes riesgos.
No hace falta ser de la DEA, ni un destacado investigador o analista para saber que el crimen organizado ya quita y pone presidentes municipales, legisladores locales y hasta federales, y claro, que tiene vínculos con algunos gobiernos estatales y hoy más que nunca, la sospecha de vínculos o pactos con el gobierno federal que en cabeza López Obrador.
Así que, elegir a jueces, magistrados y ministros por el voto popular, abre una enorme puerta para que sean los criminales quienes decidan a los nuevos integrantes del Poder Judicial.
Tampoco podemos pecar de tontos y pensar que el poder en turno, el de López Obrador y Claudia Sheinbaum con su Morena y aliados, no realizará otra elección de Estado para construir un Poder Judicial a modo.
No podemos pecar de tontos e ignorar que pretenden acabar con los contrapesos. Tampoco podemos olvidar que muchos de ellos fueron oposición y pelearon por instituciones y organismos ciudadanos autónomos que fueran contrapeso del poder en turno, ahora encumbrados en el poder, no tienen el menor escrúpulo para evidenciar sus contradicciones, su hipocresía.
Seguramente muchos mexicanos coincidimos en que el Poder Judicial es perfectible y que es válida una reforma como lo señalan las presuntas encuestas que realizó Morena, donde un promedio de 72 por ciento se manifestó a favor de elegir a jueces, magistrados y ministros por voto popular.
Pero, esas mismas encuestas señalan que el 52 por ciento de los entrevistados no estaban enterados de la intención de reformar el Poder Judicial.
Lo cierto, es que en México no hay un interés abrumadoramente mayoritario para participar en la elección de autoridades inmediatas como alcaldes, tampoco para presidente de nuestra nación.
Una gran mayoría tampoco sabe quiénes son los diputados local y federal que los representan, así que, será el Poder Ejecutivo con su dinero y mecanismos de presión, los partidos empoderados y el crimen organizado, los que, de llevarse a cabo la reforma, construirán al nuevo y seguramente sometido, Poder Judicial.
Por cierto, el único país que elige por voto popular a sus magistrados es Bolivia, reforma promovida por el expresidente Evo Morales a través del diputado Héctor Arce Rodríguez, quien ahora considera que es un fracaso porque el poder judicial está sometido y quiere echar abajo dicha reforma.
Otros países en el mundo están a la búsqueda de perfeccionar su esquema de selección procurando equilibrios, por lo que participan los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, priorizando el mérito, la formación académica, trayectoria profesional en la impartición de justicia y el servicio civil de carrera, según corresponda.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.