Pandemia politizada.
“Todas las situaciones críticas tienen un relámpago que nos ciega o nos ilumina”. Víctor Hugo (1802 – 1885). Poeta, dramaturgo y novelista francés.
Vaya tragedia la que vive México. La pandemia por el COVID-19 evidenció una vez más la vergonzosa condición humana de la mayoría de la clase política y gobernante del país.
Una crisis de salud que tendría que motivar a un trabajo conjunto para salvar vidas, evitar contagios, respaldar financieramente a la mayoría de los ciudadanos y vacunar lo más rápido posible a todos, lo que generó fue una nueva oportunidad para la disputa, la venganza, el encono, la demagogia y hasta la raja electorera.
Así que cada quien se rasca con sus propias uñas; por desgracia el Coronavirus prevalece en un año electoral, donde lo más importante, en México, es ganar, mantener el poder, conquistar votos.
En la búsqueda de hacer lo posible, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, el 10 de noviembre del año pasado, mandó iniciativa al Congreso estatal para obligar el uso del cubrebocas, apenas este martes 19 de enero, los diputados decidieron someterlo a votación y aprobarlo por mayoría.
En los argumentos prevalecieron los tintes electoreros, más que los de salud. La polarización promovida desde Palacio Nacional por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha obstaculizado los acuerdos, el trabajo en equipo. Ni siquiera ha querido ser ejemplo en el uso voluntario del cubrebocas, mucho menos en hacerlo obligatorio, así que bastantes de sus seguidores también defienden la tesis, que, por cierto, no ha dado buenos resultados a nivel nacional.
Ojalá que los mexicanos tuviéramos el suficiente nivel de conciencia para hacer lo correcto, por lo menos en una tragedia de salud como la que padecemos, pero no es así, todavía necesitamos de leyes y sanciones.
En el caso de Michoacán, ojalá que reglamentar el uso del cubrebocas sea suficiente para persuadir a los ciudadanos, porque en el terreno de los hechos, será muy complicado que haya el ejército necesario para vigilar que la disposición se cumpla en todas partes.
Mientras tanto, la realidad advierte que el estado se encuentra a 4 puntos de los 30 que se requieren para llegar a la categoría de riesgo máximo en el Semáforo Epidémico Nacional del COVID-19, donde se permitirían solamente las actividades económicas esenciales. En este momento, estamos en el color naranja, donde se permite que las empresas con actividades no esenciales, laboren al 30 por ciento de su capacidad. El riesgo de alcanzar el rojo, no pisa los talones.
La red hospitalaria de Michoacán que atiende pacientes con Coronavirus se encuentra al 72 por ciento de su capacidad, mientras que en Morelia es del 96 por ciento; pero los nosocomios públicos como el nuevo Hospital Civil Dr. Ignacio Chávez, el IMSS y el ISSSTE, ya no tienen camas disponibles.
Lo más terrible, es que durante la pandemia y según las cifras oficiales, han fallecido 3 mil 32 michoacanos y más de 38 mil han tenido que enfrentar el padecimiento.
Bajo semejante escenario, está claro que es necesario implementar medidas obligatorias para intentar contener las muertes y contagios, incluso de los que todavía no ven la gravedad del problema, no creen o carecen de la mínima responsabilidad y empatía.
Ojalá que el uso obligatorio del cubrebocas ayude a evitar que mueran michoacanos en las afueras de los hospitales ante la falta de camas y equipos para atender a quienes padecen el terrible Coronavirus.
Por lo pronto, muchas gracias a todos los trabajadores del sector salud que se encuentran en la primera línea de atención y que, tras 10 meses de intenso trabajo, nos siguen dando ejemplo de empatía, solidaridad, responsabilidad y gigantesca condición humana.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.
