Si bien el feminismo, busca la igualdad entre mujeres y hombres, para algunas mujeres es casi más que indispensable sumar a (todos) los hombres aunque esto ni siquiera se lo pregunten ellos, a las causas que las mujeres feministas buscamos, luchamos y hemos ganado, para estás mujeres su demanda es insistente y constante, como si consolidar nuestros derechos humanos y emancipación fuera menos trascendental.
Es importante aclarar que la lucha feminista no es en contra de los hombres, aunque contra algunos sí, principalmente hacía aquellos que privan de la vida, agreden sexualmente, pisotean, denigran, borran de la lista a candidatas, valoran la sumisión y la obediencia, crean leyes que buscan criminalizarnos y prohibir nuestro derecho a decir, así una larga lista de hombres que tienen nombre y apellido, que ansían cargos públicos, gubernaturas y otras cosas como la impunidad.
Y esto se da justamente por el sistema patriarcal en que vivimos, entendido como “un sistema de dominio institucionalizado que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres y todo aquello considerado como ‘femenino’, con respecto a los varones y lo ‘masculino’, creando así una situación de desigualdad estructural basada en la pertenencia a determinado ‘sexo biológico’”1.
Pero además observo con gran preocupación una protección paternalista ejercida por algunas mujeres hacia los hombres, sin que haya distingo alguno, basándose en la idea equivocada de que los hombres son violentados como las mujeres y son víctimas de nuestra violencia, que como mujeres ejercemos, que sufren y que necesitan ser protegidos. Lo anterior, no me resulta para nada conmovedor ni tampoco coincido, la desigualdad entre mujeres y hombres se manifiesta justamente en la apropiación desventajosa e inclusive inhumana de los cuerpos de las mujeres, y esta se ejerce a través de la violencia y el ejercicio del poder, mientras que la discriminación a través de la clase, la jerarquización y supremacía.
Tan sólo hagamos un lista de privilegios y de obligaciones, una cosa es suponer que tenemos privilegios y otra ejercerlos, si bien en este mundo patriarcal hay mujeres y hombres sexistas y con una gran carga de misoginia, esto no quiere decir que las mujeres tengamos la misma posición que los hombres en diferentes ámbitos y espacios.
Últimamente ha visto con estupor como algunas mujeres, que militan en el partido político que está torciendo la ley y simulando hacer que sanciona, lo más que se pueda para sostener en la candidatura a la gubernatura de algunos estados a hombres que han violentado a mujeres, quejándose de que ellas están dando una lucha interna y que nadie debería juzgarles, eso es cierto y coincido, pero sería interesante ver que por primera vez utilizan sus derechos humanos y políticos como una estrategia para renunciar a un partido que dice ser la diferencia y superioridad moral entre unos y otros. Me encantaría ver como las mujeres que con su affidamento se van con su poder y hacen vacío, gran momento para romper estructuras.
Durante años he visto un sinfín de proyectos que se dirigen a los hombres para que renuncien a su violencia y sepan de igualdad, y siempre termino constatando, cómo es que iniciaron por decir algo 100 y terminan 10 por mucho y eso muchas veces a fuerzas, también la desilusión que genera en las mujeres que confiaron en ese proceso que insistieron en realizar, pero también he visto a las mujeres que conviven con esos hombres, quienes me han comentado que si hubo cambios pero que la violencia es más sutil pero que sigue siendo violencia y que esos privilegios siguen inamovibles.
Repensar y aceptar que muchas veces hagan lo que hagan las mujeres por tratar de cambiar a los hombres tendrá repercusiones en sus vidas, yo esperaría que fueran positivas, pero no siempre es así, he visto a diversas mujeres apostar todo por esos hombres, ya sea jefes, lideres, padres, esposos, amantes, amigos y estos simplemente hicieron lo que saben hacer, ejercer el poder, sin tomar en consideración las aportaciones que realizaron para con ellos, siempre esperando de manera subordinada y sumisa ser queridas y elegidas, a muchas he consolado y he visto llorar amargamente, como también las he visto regresar al campo de batalla sorprendida por sus convicciones y deseos de transformación.
Cada una elige que batallas quiere emprender, cada una busca transformar este mundo en uno mejor, de eso no me cabe la menor duda, pero sigo siendo persistente en que el mejor proyecto, recurso, labor, acción, acto, debe ser hacia las mujeres, son las mujeres a las que nos interesa cambiar, dejar de ser menos persona o muchas veces menos cosa para lograr ser plenas y autónomas, pero esto aún está lejos para muchas mujeres, algunas lo han alcanzado y me congratulo por ello, pero nos falta mucho para que las mujeres tengamos el poder, y como decía una gran amiga que amo con todo mi corazón ¿Cuál es el problema con que las mujeres tengamos el poder?
Este 8 de marzo Día Internacional de la Mujer, de la mujer trabajadora, gracias a Clara Zetkin y Rosa de Luxemburgo, movilicemos nuestras reflexiones, hacia dónde, cómo, con quién, nos queremos asociar, con qué hombres queremos estar, considerando siempre no ponernos en riesgo, no ser víctimas, basta de fomentar esa idea de ser mártir, si no nos podemos liberar ese día de esas cadenas interminables que nos enferman y nos limitan, liberemos nuestra mente, pensemos en ser nuestras, en la felicidad, en ser nosotras mismas, en guardarnos y tratarnos bien, sin culpa, sin remordimiento, amémonos, tengamos unos o varios orgasmos, vayamos y volemos libres.
¡Ni un paso atrás!
