La semana pasada una noticia que acaparó algunos titulares de los principales medios informativos refería que el multimillonario Elon Musk, fundador de Tesla y propietario de la red social X, (antes Twitter), visitó el cruce fronterizo entre la ciudad texana de Eagle Pass y Piedras Negras, Coahuila, con la finalidad de observar “sin filtros” y personalmente la crisis migratoria que afecta la zona fronteriza.
Si bien, las imágenes y reseñas de la crisis migratoria que se vive en México, principalmente en los estados fronterizos de nuestro país han sido noticia desde hace más de dos años, en esta ocasión la “noticia” la atribuyo a la personalidad de este multimillonario, que se ha caracterizado por lograr un manejo mediático de sus acciones y declaraciones en beneficio de sus empresas, tal y como lo vimos con el caso de la instalación de la planta Tesla en Monterrey.
El mismo Elon Musk realizó una transmisión en vivo desde la plataforma X y a partir de sus declaraciones son varios los aspectos que motivan a la reflexión:
En su transmisión señaló: “Estoy en Eagle Pass, acabo de llegar. Vamos a hablar con los principales funcionarios y las fuerzas del orden (para) tener una idea de lo que está pasando, obtener la historia real. Esto es en tiempo real, sin filtros, no hay condiciones previas. Lo que ves es lo que veo”.
Si se asume que este magnate está muy bien informado de lo que acontece en el mundo, por el interés directo que sobre sus empresas pueden ocasionar el clima político y económico, no pasa inadvertido que señale que tuvo que ir a la frontera para observar la realidad “sin filtros” o, dicho de otra manera, desconocemos la verdadera dimensión de la problemática de la dinámica migratoria, pues sólo conocemos lo que se nos desea informar por parte del gobierno, tanto mexicano como estadounidense.
Si recordamos que Elon Musk es de origen sudafricano, su madre es canadiense y su padre sudafricano, comprenderemos su respaldo a los miles de inmigrantes al señalar que: “Soy extremadamente promigrantes, creo que necesitamos un mejor y expandido sistema migratorio legal, en el que cualquier persona en el país que sea trabajadora, honesta y contribuyente para los Estados Unidos debería tener una aprobación legal expedita si cumple con esos criterios“.
La crítica al sistema migratorio de los Estados Unidos no puede pasar inadvertido. La tradición migratoria que ha estado presente por décadas ha dejado constancia de que se trata de individuos que emigran por necesidad, en busca de trabajo, así que podemos asumir que efectivamente son trabajadores que sin duda han contribuido a la economía del país vecino.
El multimillonario incluso señala que podría avalar los trámites para el ingreso de 2 mil inmigrantes que pudieran trabajar para sus empresas, siempre y cuando fueran trabajadores y honestos. Esta declaración resulta sumamente relevante, hay que recordar que en 2019 cuando se presentaron las primeras caravanas provenientes de países sur y centroamericanos, la empresa FEMSA anunció la instrumentación de una política de empleo a migrantes o refugiados haitianos en sus tiendas OXXO, “mientras resuelven su situación migratoria, les va a ofrecer una nueva vida en nuestro país”.
De forma similar a lo que acontece en nuestro país vecino, la contratación de inmigrantes representa ventajas comparativas, los estudios indican que el salario de un trabajador indocumentado en nuestro país es 20% menor del ingreso de un ciudadano mexicano. Pese a esto, lamentablemente la Ley Federal del Trabajo permite a las empresas establecidas en México contratar a extranjeros, siempre y cuando no supere el 10% del total de sus trabajadores, y que sus conocimientos no puedan tenerlos los trabajadores nacionales.
Datos de la organización “México Cómo vamos” señala que, si México aprovechara el talento migrante, el Producto Interno Bruto (PIB) podría crecer hasta 7%. Según el Censo de Población y Vivienda 2020, de las más de 126 millones de personas que vivimos en México, las migrantes apenas superan 1.2 millones. Del total de las personas extranjeras que residen en el país, el 66% proviene de Estados Unidos y el 34% restante procede de otras partes del mundo, en su gran mayoría de nuestro mismo continente.
El pasado viernes 29 de septiembre, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) reportó la detención de cerca de 233.000 migrantes a lo largo de la frontera norte de México, esto representa un incremento del 27% con respecto a las detenciones durante el mes de agosto, así como en julio.
Resulta inevitable considerar un inminente crecimiento de poblaciones en ciudades fronterizas, toda vez que de los miles de inmigrantes que llegan a la frontera norte, sólo un pequeño porcentaje logrará ingresar a los Estados Unidos, además habría de considerar que hay una cantidad significativa de inmigrantes que permanentemente son deportados de Estados Unidos, es decir, dejados en las ciudades fronterizas por la policía fronteriza norteamericana.
Además, debemos considerar el proceso denominado “nearshoring”, que corresponde a la relocalización en México de miles de empresas que buscan su cercanía con el mercado que representan los consumidores norteamericanos.
Bajo el marco anterior, se antoja impostergable una reforma a las leyes migratorias para dar opciones laborales reales, que permitan aprovechar el potencial y resolver en alguna medida un problema social. De lo contrario se incentiva su canalización hacia la informalidad económica e incluso a la ilegalidad.