“Son años de guerra”, así describen los habitantes de El Alcalde y de otras comunidades aledañas la situación que se vive en esta región de Apatzingán, abandonada por las autoridades municipales, estatales y federales.
En El Alcalde, ubicada aproximadamente a 50 minutos de la cabecera municipal, solo hay silencio y un camino de terracería donde han quedado huellas de las minas terrestres y el abandono de viviendas a causa de los constantes enfrentamientos entre grupos criminales.


Es así que personas desplazadas por la violencia, que dejaron la comunidad desde el pasado domingo, refieren: “¿Qué nos queda? ¿Para dónde nos vamos?”, mientras recuerdan que dejaron su casa tras haber permanecido escondidos durante 12 horas por una balacera.
“Este, empezaban a balazo y balazo, mero al pie de las casas, mero en el centro. Y pues uno cerca, pues esconderse uno. No más que un señor, amigo de nosotros, tiene su casita de colado. Y donde nosotros vivimos es una casita de lámina nomás. Y pues más que nada, ni puertas tiene la casa. Entonces, ese señor nos invitó y nos llevó para su casa. Dice: ‘Es que, mire, estas casitas de lámina no son nada para los drones esos que están aventando al rancho, y pues si les cae uno, aquí los va a hacer pedazos a ustedes junto con la casa’. Bueno, nos cuidamos.”, describió una de las personas desplazadas.
De los 344 habitantes de esta comunidad, solo quedan cinco familias que evitan dar su testimonio. Sin embargo, las evidencias se encuentran en las casas con impactos de bala, chapas forzadas, viviendas saqueadas y abandonadas tras el último enfrentamiento, ocurrido el pasado viernes, que provocó la huida de varias familias.

Sin internet y sin clases regulares desde hace ocho meses, el preescolar y la primaria—ahora ocupada por soldados—, así como la secundaria, funcionan de manera intermitente. Los árboles de limón se secan por falta de agua, según refiere en el anonimato uno de los habitantes, quien regresó solo para regar su huerta, su principal fuente de ingresos, pero decidió sacar a toda su familia.
Para quienes deciden quedarse, la situación es de miedo y zozobra, mientras desmienten las versiones oficiales que aseguran que no hay desplazamiento forzado.
La iglesia y las casas, testigos de la violencia
Las casas son el testimonio vivo de la violencia que se vive en El Alcalde; la iglesia es la prueba de que ningún espacio se salva. Un impacto de dron en la lámina de la capilla y cerraduras violadas evidencian la gravedad de la situación que enfrentan estas familias.
En la capilla se ven los impactos de drones en la parte alta de esta construcción, que representa la fe católica de los habitantes de esta localidad, que está totalmente abandonada.


En cada testimonio, detrás de los micrófonos, se percibe el miedo. Pero uno de los habitantes, que ha tenido contacto con minas, otra modalidad de terror en esta zona, decidió contar su versión sobre cómo se vive en una región marcada por la violencia y los enfrentamientos entre grupos criminales.
“Nos cortan la luz, nos cortan la señal del teléfono, nos quedamos sin cobertura y sin nada. Y ya pues, los que vienen a surtir las tiendas no vienen, ¿por qué? Porque tienen miedo a que les quiten los camiones, se los quemen. O sea, han escaseado los alimentos también. Sí, tienen que ir hasta Apatzingán”, expresó.
Desplazados emergencia en Apatzingán
Un consejero del Observatorio de Seguridad, quien acompañó el recorrido a El Alcalde, reconoce que en esta zona hay desplazamiento forzado. Considera que la estrategia del Estado mexicano es insuficiente ante la falta de recursos humanos y económicos.


Si bien los números no deben ser lo principal, dijo, sí permiten dimensionar la emergencia. En 2020, en El Alcalde habitaban 344 personas. Sin embargo, al acudir a la localidad, solo quedan 20.
*”Hoy que realizamos un recorrido in situ, podemos corroborar que no son las 15 familias que dice el secretario de Gobierno del Estado, sino que vimos que en El Alcalde solo cinco casas se encuentran habitadas, lo que equivale a aproximadamente 20 personas. Es decir, frente a los números de referencia, habría unas 324 personas desplazadas en este momento. Y no hemos podido visitar El Guayabo. No sabemos cuándo habrá condiciones para hacerlo, pero es evidente que son muchas más de 200 personas en su conjunto”, detalló al preferir guardar el anonimato.
María del Carmen Ontiveros, regidora de Morena en Apatzingán, sostiene que ya no se sabe cuántos años lleva esta guerra. Refiere que la semana pasada hubo un enfrentamiento en El Alcalde y El Guayabo, y que los niveles de violencia han ido en aumento. Antes eran solo balas; ahora son minas terrestres.
*”Entonces, a esos niveles de gobierno, nosotros les exigimos, porque los derechos se exigen. ¿En qué momento van a voltear a ver Apatzingán? ¿En qué momento? O sea, ya toda la zona rural y alguna parte de la periferia de esta ciudad está desplazándose. Tenemos comunidades como El Capire, donde ya no vive nadie. En El Alcalde, de toda la gente, encontramos solo cinco familias porque no han podido salir.”
La regidora cuestiona cómo están atendiendo el conflicto de violencia las autoridades municipales, estatales y federales. Si bien la presencia del Ejército Mexicano da cierta certidumbre, considera que es solo un paliativo, pues la situación se frena mientras están, pero los grupos criminales regresan cuando se van.