El año 2010 marcó un precedente histórico en la vida de los derechos humanos de México, pues fue cuando por primera ocasión se aprobó el matrimonio igualitario en el país, siendo el Distrito Federal, (ahora Ciudad de México), quien logró este triunfo. Parece increíble que después de 12 años finalmente se haya legalizado en cada una de las entidades de la República Mexicana, y digo increíble, porque debió haberse aprobado en aquel entonces en todo el país.
Desde las primeras reformas a los códigos civiles o familiares de los diferentes estados de México y países de América Latina, comenzó un debate por la denominación: argumentaban que, el matrimonio igualitario no podría existir, toda vez que matrimonio proviene del latín matrimonium, y hace referencia a la calidad de la mujer como madre.
Sin embargo, hay vocablos que han quedado superados por la realidad; por ejemplo, la palabra patrimonio, que se deriva del latín patrimonium, refiere a lo que proveen los padres, aunque en nuestra actualidad las mujeres somos quienes aportamos más al bienestar económico y patrimonial de los hogares.
El triunfo de esta lucha en México corresponde únicamente a la sociedad civil organizada, pues con la exigencia de la población LGBTIQ+ se logró que en cada uno de los congresos locales se haya votado a favor, en algunos casos, después de que primero votaron en contra, pues no fue suficiente el que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinara que va en contra de los derechos humanos establecer que el matrimonio sea exclusivo entre un hombre y una mujer.
Fue hasta el 26 de octubre de 2022 que finalmente se aprobó el matrimonio igualitario en todo nuestro país. Sin embargo, aún tenemos mucho que pugnar, el matrimonio no lo es todo; además, no todas las personas de nuestra población desean casarse.
Seguridad social, trabajo digno, adopciones homoparentales, vivienda y trabajo sexual, son solamente algunos de los muchos derechos que aún nos falta conquistar, y que estoy segura que lo vamos a lograr, así pase una década más, aunque aspiro y anhelo que, desde el interior de la Cámara de Diputados, en este segundo periodo consecutivo como diputada federal pueda lograr la materialización de éstos.
En tanto, seguiremos saliendo a las calles a marchar, a expresarnos y a gritar: ¡por usos y costumbres incluyentes, es bueno ser diferente! Seguiremos manteniendo acercamiento con diferentes lideres políticos y religiosos, porque solamente con el dialogo y educación, lograremos el respeto verdadero.