Sin haberlo elegido, todos somos aprendices de la única maestra sabia, la vida, quien sin decirnos nada, nos dice todo.
Desde nuestro primer respiro, el más grande de todos los maestros, el universo, nos enseña a vivir y nos pide seamos fuertes y aprendamos de lo que él nos pondrá en el camino.
Sin embargo, a la maestra vida y al maestro universo, casi nadie los recuerda ni les agradece por el hecho de transitar un día más, es por ello que también retomo que los primeros maestros que tenemos en casa se llaman padres, por una parte está quien nos dice: ten cuidado, no te vayas a caer, come bien, lávate las manos; y por la otra quien nos dice: vamos a jugar, tú puedes, eres una persona maravillosa.
Creces un poco y pensamos que nos encierran en una prisión hermosa llamada escuela, mientras vemos a un ente extraño diciéndonos “hagan una rueda, agreguen un palito y de esa manera crearán la letra a… si se agachan y brincan, estarán bailando”.
Y con palmadas aprendemos a decir y escribir mamá, papá, tía y el abecedario, los colores, los números; y nos damos cuenta que sí, el universo, nos muestra un mundo lleno de posibilidades, en las que con estos simples aprendizajes nos darán para ser también maestros de la vida.
Todos en la vida somos aprendices y maestros, depende de si queremos aprender lo mejor de cada persona o si nos vamos quejándonos del supuesto destino que estamos haciendo para nosotros mismos, nuestros padres pueden ser nuestro mejor ejemplo y el peor al mismo tiempo, pero solamente, depende de ti, si nos quedamos con los mejores o los peores recuerdos y aprendizajes.
Tú, ¿qué tipo de maestro quieres ser en la vida de los demás?
¿De los que inspiran a transformar el mundo o de los que se inconforman con la vida pero no están dispuestos a mover un dedo para transformar su entorno?
Esta columna va dedicada con todo el cariño del mundo a todos y cada uno de los maestros que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, porque si hay algo que cambiará a México es la educación y por eso, todas las profesiones son sumamente importantes, pero sin la docencia, sin la pedagogía y los que nos enseñaron a leer y escribir, hoy no podríamos estar realizando una Ruta Transformadora en Michoacán.
Les invito a que sigamos cultivando acciones.