Con el agradado de saludarles un martes más, les comparto con mucho orgullo y alegría que tuve la oportunidad de conocer, escuchar e invitar a Michoacán, a Katya Echazarreta, una joven quien con 27 años de vida es la primera mujer mexicana en ir al espacio.
Ella tiene doble nacionalidad: mexicana y estadounidense; y apenas en junio de 2022 de este año al formar parte de la misión Blue Origin NS-21, se lanzó al espacio.
En columnas anteriores he expresado que nuestra Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ha mantenido la postura de que las mujeres estamos preparadas para ser astronautas, políticas, deportistas, y lo que nos propongamos.
Sin duda alguna, Katya, quien además es mi tocaya pues su segundo nombre es Celeste, ha dejado claro que la mujer puede romper con estereotipos, roles de género y desde luego, miedos; y es que, si bien todo ser humano en algún momento sueña con ir al espacio, también es cierto que ir a un universo desconocido genera temor.
Mi tocaya estudió ingeniería eléctrica, y aunque desde los 7 años se fue de Jalisco a Estados Unidos, hoy a sus 27 regresa a México con una intensión que respaldo para que suceda: ambas coincidimos en que México requiere de mayor apoyo en cuanto a ciencia, tecnología e innovación.
Siempre he pensado que nuestros pueblos originarios se volverán una potencia económica, turística, de cuidado y conservación del medio ambiente y con las mejores tecnologías, porque tenemos una identidad y sabiduría nata que se desarrolla al paso de los años de manera completamente natural.
Como integrantes de una comunidad originaria, le tenemos respeto a nuestros 4 elementos naturales: fuego, agua, viento y tierra, y aunque nos colonizaron haciéndonos creer en una religión, también es cierto que nunca hemos dejado el arraigo que nos distingue de los demás: la cosmovisión.
Imagino a mis comunidades indígenas estudiando en las mejores escuelas, desde nivel básico hasta el superior, en la que para lograrlo no tengamos que irnos de nuestros pueblos porque esas universidades estarán al alcance, además de que serán otras personas quienes quieran ingresar para conocer todo el desarrollo tecnológico y ancestral que logramos de manera orgánica, combinadas con estudio.
Es por eso que le hice la invitación a Katya a venir a la región meseta Púrepecha de Michoacán, para que nos hable de su experiencia y anime a más infancias y juventudes a crear su propio camino mediante la educación.