La irremediable llegada de la fase 3 de la epidemia por el SARS-COV-2 adquirió este jueves un matiz diferente. Apenas unas horas antes era, sin lugar a dudas, uno de los momentos que mayor temor generaba entre gran parte de los mexicanos, luego de que el vocero federal, Hugo López-Gatell Ramírez había insistido en el contagio exponencial que se registraría previo a tal declaratoria y la inminente saturación de los servicios de salud.
El anuncio de este jueves liberó un poco la tensión en nuestro país. El presidente Andrés Manuel López Obrador y el propio López-Gatell, informaron a temprana hora que las medidas de mitigación que se pusieron en marcha en marzo, permitieron que México no alcanzara un pico de contagio alarmante: ¡30 mil casos en un solo día!
Las proyecciones de un centenar de científicos permitieron determinar que a partir del primero de junio el país podría regresar a la normalidad, ya que 463 municipios registran alto índice de contagios; en consecuencia, el 17 de mayo al menos 979 municipios, 26 de ellos de Michoacán, podrán retomar actividades escolares y productivas
Pero en México, el saldo negativo de la pandemia tiene dos caras: por un lado, la muerte de 449 personas a causa de esta enfermedad y las 5 mil 847 que han resultado contagiadas; pero por el otro, la crisis económica que ha dejado a más de 300 mil personas sin empleo.
De acuerdo a la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, del 13 de marzo al 6 de abril se perdieron 346 mil 878 empleos en el país. Casi 347 mil familias que en menos de 30 días perdieron su fuente de ingreso y viven el día a día entre el temor y la incertidumbre.
Pero para ello, restan todavía 45 días de sana distancia, de inactividad en empresas, industrias y centros laborales de todos los tamaños, que deberán sacrificarse otras 6 semanas para tratar de levantarse, que hacen cálculos diarios para conocer si podrán acceder a los millones de créditos que comprometió López Obrador.
Y es que, los mexicanos no merecemos vivir experiencias que ya vivieron otras naciones como Ecuador, que nos dejaron imágenes terribles y dolorosas. En Guayaquil, los cuerpos de personas que murieron a causa de esta enfermedad, abandonados e incinerados en las calles, se convirtieron en trágico testimonio de la incapacidad de sus autoridades para dar un tratamiento adecuado a esta emergencia sanitaria y la desesperación de decenas de familias por evitar sufrir el mismo destino.
Ojalá que la información de este jueves no sea sólo un intento de acallar las críticas de gobernadores de todos los partidos políticos por la falta de apoyos federales para atender los efectos del COVID-19 en sus estados; ojalá que sea una sana coincidencia que las proyecciones de los científicos se den a conocer un día después de que la oposición dejó en evidencia la baja calidad de los insumos enviados por la federación; ojalá…
