Los pétalos de flor de cempasúchil adornaron con su luz las lápidas del camposanto e inundaron con su olor los pasillos del lugar del descanso eterno, interrumpido este 2 de noviembre por el bullicio de padres, madres, hijos y abuelos que acudieron para convivir unos minutos con el alma de sus seres queridos.
La mayoría de las tumbas lucieron limpias y con flores frescas; familias se sentaron alrededor a contar las anécdotas de los difuntos, a quienes sienten cercanos, “como si estuvieran con vida”.
José Luis Mascote Rico, acudió con su esposa Antonia y sus hermanas. Con nostalgia recuerdan a su hermano Nico, quien murió de un paro cardiaco durante un paseo por el Volcán Paricutín.

Lo describe como un hombre de buen carácter, que están seguros, los acompaña en alma este Día de Muertos, junto con sus papás.
“Yo creo que de alguna manera, ellos están con nosotros y ellos yo creo que nunca van a morir si siempre los tenemos presentes en nuestros recuerdos y nuestro corazón”.
Sentados ante las imágenes de los difuntos, las lágrimas brotan y los sentimientos afloran cuando recuerdan a quien ya se adelantó en el camino.
Un joven solitario permanece sentado frente a la tumba de su madre, quien falleció hace 7 años de un paro cardiaco, cuando unos vecinos ingresaron a su hogar para asaltarla.

El dolor de sus ojos es inmenso cuando recuerda a la señora María Trinidad, a quien homenajeó con la canción “Inolvidable” de Jenni Rivera, su cantante favorita. “Siempre en nuestro Corazón” reza una frase pintada en azul en el mausoleo que edificaron en su honor.
Ante las restricciones para el ingreso de conjuntos musicales, el bullicio es apenas perceptible para quienes traen a la memoria a sus seres queridos.
Para Gustavo, su hijo sigue vivo y lo acompaña en cada paso que da en esta vida. El hombre de 48 años de edad perdió a su bebé de meses de nacido hace ya 2 décadas, a causa de una enfermedad.

Hoy, lo siente vivo, cada vez que viene a su mente, pero anhela su cercanía física.
“Ojalá que estuviera conmigo, es lo que siempre he deseado, que ojalá que estuviera aquí, pero ahora sí, la muerte es un paso que tenemos que dar tarde o temprano y lamentablemente a él le tocó muy chico”.
La nostalgia y el dolor deambulan por cada rincón del camposanto municipal, adornado por el amor y el deseo de volver a ver con vida a quienes ya están en otro plano, de platicarle sus vivencias diarias, sus alegrías, sus dolores.
Una mujer limpia afanosa una tumba en la que se han colocado varias fotos, destaca la de una joven, Araceli, quien murió hace 2 años y medio en un accidente automovilístico.

Su padre y su madre acuden cada semana a hacer limpieza y a llevarle los alimentos que más disfrutaba en vida, seguros de que mientras la recuerden, ella seguirá viva.
¿Qué le diría a Araceli si estuviera viva?, pregunto a la mujer, que rechaza hablar ante la cámara de PostData.News. Seca una lágrima, y afirma segura: “Nunca pude decirle cuánto la quiero”.