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Nudos de la vida común. Volando sobre el pantano. Síndrome del sobreviviente.

Tened siempre presente la naturaleza humana, es de nuestra naturaleza caer y cometer faltas

-Confucio

– “Ya no sé ni cómo hablarles a mis empleados. Les he pedido apoyo, que sean proactivos, que den su mejor esfuerzo, pero por el contrario, mantienen una actitud apática y a la defensiva. Parece que no les importa la crisis. Es como si para ellos no existiera, ni porque vieron que tuvimos que despedir a la mitad de sus compañeros… “

Lo anterior, amables lectoras y lectores, es una queja casi permanente en las empresas que al enfrentar un revés económico, deciden recortar personal con el objetivo de minimizar sus pérdidas, mantener números negros o incluso, no tener que cerrar definitivamente.

La lógica básica de negocios es simple: a tus ingresos les restas tus costos y gastos y te queda una utilidad. En un esquema capitalista, esta ganancia es el incentivo abrumadoramente mayoritario para invertir dinero y esfuerzo en una empresa.  Entonces, para que la inversión sea atractiva, el margen de esa utilidad debe ser mayor a lo que el inversionista puede lograr en otras opciones.

Pero cuando nos sorprende una crisis, el paradigma de que el empresario tiene control solo de un lado de la ecuación -los gastos-, lo lleva a tomar decisiones para disminuirlos, entre las cuales aparece el despido de personal. Esta opción resulta seductora porque su ejecución es inmediata y el resultado en las finanzas de la empresa es contundente. Pero por otro lado, y aunque rara vez se reconoce, sucede también que crea en los directivos de la empresa la ilusión de recuperar poder en un ambiente de incertidumbre.

Tengo que admitir que muchas veces es una medida necesaria, sobre todo en empresas obesas que han crecido sin una estrategia de desarrollo o bien, donde las fuerzas de mercado impiden que sigan trabajando sus líneas de negocio. Sin embargo, es menester considerar que no es una solución mágica y mucho menos que concluye con la firma de la liquidación de los colaboradores desvinculados de la empresa.

El recorte de personal tiene una secuela devastadora que se ha llamado el síndrome del sobreviviente. Este síndrome se manifiesta con retrasos atípicos en la producción o en la entrega de servicios, tensión en el clima laboral, incremento de rumores, aparición de nuevas alianzas entre el personal, aumento de apatía y negligencia, disminución de la iniciativa y del involucramiento de los colaboradores, entre otros.

Pero todas esas son solo señales externas de lo que está ocurriendo en la plantilla laboral. Y como en muchas situaciones de la vida, si se atienden solo los síntomas, el síndrome del sobreviviente no sólo no desaparecerá, sino que se extenderá atascando la operación cotidiana.

La raíz del síndrome está en la experiencia interior de los colaboradores en relación al recorte de personal. Lejos de sentirse afortunados por no haber figurado en la lista de despedidos, con frecuencia sienten culpa por tener lo que los otros ya no tienen. Ser parte de un naufragio les interpela su decisión de ser parte de la empresa y cuestiona el valor de sus habilidades.  Los espacios vacíos en oficinas y fábricas se convierten en un recordatorio permanente de que en cualquier momento pueden perder su trabajo y enfrentar una situación complicada de vida. La lealtad a la empresa se desvanece pues han testimoniado que el compromiso de la empresa para con ellos termina en un cheque.  El empleo dejó de ser un bien seguro y pareciera que el tiempo en la empresa empezó su cuenta regresiva.

Todo esto genera un incremento de estrés y ansiedad del trabajador, condiciones que limitan su desempeño de manera importante. Y de manera específica en esta pandemia, recordemos que éstas no son las únicas preocupaciones que agobian la mente de los trabajadores. El temor al contagio, la dinámica familiar posiblemente fragmentada, las finanzas personales debilitadas y la incertidumbre contribuyen a  estados mentales poco propicios para la productividad.

Por supuesto que para la empresa, el análisis y agilización de procesos y el reforzamiento de la estrategia de mercado podrán ser útiles para que la empresa ataje la crisis. Sin embargo, sin la colaboración del equipo de trabajo la ejecución está en riesgo.

Así las cosas, si la empresa no tiene más alternativa que prescindir de algunos de sus colaboradores,  es importante que considere que el apoyo tanto para los despedidos como para los supervivientes.

Para los despedidos,  es vital el pago justo, completo y oportuno  de las indemnizaciones a que tienen derecho, pues será su sustento para las semanas y probablemente meses siguientes. Además de ser un tema de justicia y dignidad humana, es un mensaje importante que se da a los sobrevivientes que les ayuda a manejar un poco su ansiedad.

Apoyos adicionales a los despedidos como las cartas de recomendación, capacitación para llenado de solicitudes y currículums, manejo de finanzas personales y entrenamiento en emprendimiento son iniciativas muy valiosas que resultan benéficas para sus receptores, pero que además impactan de manera positiva a los sobrevivientes.

Si se acompañan estas acciones con un proceso transparente de desincorporación de colaboradores y comunicación honesta sobre la situación de la empresa y los escenarios probables, se fortalecerá la confianza de los sobrevivientes en la empresa e incluso se generará mayor empatía y pertenencia hacia la empresa.

Finalmente, es importante monitorear el clima laboral y el estado anímico de los colaboradores y en caso necesario, incluso realizar intervenciones terapéuticas de grupo con la finalidad de acompañar a los sobrevivientes a un estado de recursos que les permita retomar la vida después del recorte de personal con mejores perspectivas.

La crisis no se ha ido. Seguimos en un entorno complejo, incierto y ambiguo. Las empresas seguirán teniendo que enfrentar decisiones difíciles. Sin embargo, eso no significa que estén a merced de la suerte. Al contrario, hoy más que nunca es momento de tomar las riendas con soluciones valientes e integrales y con una visión amplia que les permita recuperar el control en la turbulencia.

 

 

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