“Todo lo que obtenemos, aparte de los dones gratuitos con que nos obsequia la naturaleza, ha de ser pagado de una u otra manera”. Henry Hazlitt
Por segunda ocasión, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador convidó a los empresarios más acaudalados del país a una cena cuyos protagonistas fueron los tamales de chipilín y las tómbolas de la Lotería Nacional.
Según lo que dieron a conocer los distintos medios informativos, durante esta reunión, el titular del Ejecutivo Federal habló de los diferentes proyectos de infraestructura que se están llevando a cabo en el estado de Sinaloa -curiosamente, uno de los estados favoritos de AMLO, posiblemente por sus presuntos lazos de amistad con sus células de narcotráfico. Entre estas obras, está la construcción de la presa Santa María, destinada a enfrentar las agrestes sequías del norte del país.
En una acción de recaudación de fondos para tales proyectos, López Obrador exhortó nuevamente a los empresarios a adquirir boletos de la Lotería Nacional para el sorteo del 15 de septiembre. Según las declaraciones de algunos asistentes, en esta ocasión no fue un pase de charola como en la cena ofrecida en febrero del 2020, donde se les pidió firmar un compromiso de compra de billetes por un mínimo de 20 millones de pesos por cabeza, para la rifa del avión que no se rifó, con donaciones a escuelas y hospitales que dos años después aún no se concretan. En la página del gobierno federal, los estados financieros del organismo están reportados hasta el año 2015, lo cual es una alarma sobre la opacidad del mismo.
Todo esto lo conocen los empresarios mexicanos. No son ilusos. Los boletos de la lotería ni siquiera son deducibles de impuestos. Si asisten a este tipo de convocatorias no es para hacer relaciones ni para conocer los planes de gobierno. Si bien los tamales de chipilín son altamente seductores para propios y extraños, tal convocatoria tiene un fuerte trasfondo de intercambio de favores, pues no se trata de una coinversión entre la iniciativa privada y el gobierno, sino del fondeo de la caja chica del servicio público.
Como acto de fe, podemos creer que los recursos recaudados en tal sorteo serán destinados a la mejora de infraestructura para el desarrollo del norte del país. Pero pecaríamos de ingenuidad pensando que ese es el único beneficio para los grandes empresarios mexicanos. No se trata, en todo caso, de una acción altruista. Este tipo de empresas ya tienen mucho colmillo en manejar sus prácticas de responsabilidad social sacándoles partido.
El apoyo al Presidente sin duda se cobra en efectivo: contratos con gobierno por asignación directa, condonaciones de impuestos y negociaciones a modo. Sí, estimados lectores, las mañas neoliberales de las que nos venía a rescatar la 4t. Así es el mundo de los negocios y AMLO lo ha repetido una y otra vez a diferentes públicos “amor con amor se paga”.
Tamales de chipilín para los empresarios y al pueblo, le hace de chivo los tamales.