La clave de tu futuro está escondida en tu vida diaria.
- Pierre Bonnard
La vida común se va escribiendo en capítulos que van marcados por acontecimientos que desarrollan una trama colectiva en la cual cada uno y una de nosotros vamos tejiendo nuestras propias historias, atando y desatando nudos según nuestros anhelos y posibilidades.
Esto hace que a muchas personas nos cause preocupación y hasta angustia, el desempeño ambiental, social, económico y político de nuestras comunidades y naciones, y que busquemos incidir en ellos de alguna u otro forma, pues estos serán los escenarios que contengan nuestros desafíos y sueños de vida. No obstante, nuestras creencias sobre cómo transcurre la vida común, retan nuestra actitud sobre la forma en que abordamos los aconteceres del entorno.
El acercamiento a la historia ha tenido diferentes formas: una progresión lineal, como ha sido caracterizada por enfoques religiosos y políticos, tan diversos como el judaísmo y el marxismo; un proceso evolutivo, como lo describen las perspectivas de Darwin o del filósofo social, Francis Fukuyama; o una concatenación cíclica como proponen Howe y Strauss – creadores de la teoría de las generaciones – o Peter Turchins, con su propuesta sobre el final de los tiempos.
En el primer enfoque, el lineal, nuestra mirada se pone en que el futuro que se avecina, es una consecuencia contundente e inevitable de lo que está sucediendo, donde dos más dos son cuatro, ya sea desde la lógica o desde la tierra prometida, lo que nos lleva a tomar una de dos posturas paradójicas: la rendición total al destino, o a aferrarnos ferozmente a intentar controlar cada variable del entorno para que sucedan las cosas según nuestro mejor entender o conveniencia. Quienes por su cultura, crianza y formación comparten esta mirada de la vida, generalmente padecen angustia y ansiedad por el futuro, pues parece que todo esta determinado por un grupo o agente poderoso que impide mover las fichas del juego para que la fortuna nos favorezca, conduciendo a sentimientos de impotencia y a la experiencia de ausencia de libertad.
Desde la perspectiva cíclica, la historia se repite con base en patrones de comportamientos humanos al enfrentar las circunstancias del entorno. Howe y Strauss fundamentan la tipificación generacional (baby boomers, X, millennials, zetas, etc.) en qué etapa de vida nos encontramos al enfrentar cada una de las cuatro fases que componen un ciclo: la crisis, la cumbre, el despertar y el desengaño.
Acotando que su propuesta ha sido fundamentada principalmente en el contexto estadounidense, aun siendo contrastada con otras culturas, Howe afirma que estamos transitando por la fase de crisis, una era de destrucción y reconstrucción de las instituciones, bordeadas por guerras, revoluciones o conflictos, consecuencia de individualismos exacerbados y que amenazan la supervivencia de las naciones. Después de la crisis, viene la cumbre, una fase en que se recupera el sentido de comunidad y se fortalecen nuevamente las instituciones y la sociedad confía en el futuro colectivo, pero donde aparece una sombra de conformidad. Esto da pie a un nuevo despertar, donde la autonomía personal y la autenticidad espiritual reclaman su lugar frente a las instituciones, pues la disciplina social ha empezado a cansar a la población. Lo que sigue, es el desengaño, una etapa en que el fortalecimiento del individualismo debilita las instituciones, pues la sociedad ha dejado de confiar en ellas. Esta propuesta ofrece un panorama esperanzador a quienes simpatizan con ella, pues promete luz al final del túnel, como una consecuencia natural del equilibrio humano y la capacidad de incidencia como colectivo en cambiar el destino de la vida común. La vida se ve con matices, donde un poco de negro no asusta y donde se tiene la consciencia de que no todo será brillante, pero si colorido.
La óptica evolutiva suelta los resultados absolutistas, pues parte de la idea de que la vida se transforma de manera constante. Las circunstancias son una especie de gimnasio que nos retan a aumentar nuestra capacidad de adaptación y con ello, generamos nuevos recursos que amplían exponencialmente nuestras posibilidades, creando multiversos que hacen infinitas las oportunidades de lograr nuestros anhelos. Esta perspectiva regresa el poder a las personas. Quienes la comparten, asumen en sus manos el destino, se preparan y dan la batalla de la vida por sus sueños. Aún cuando estos no se logren plenamente o bien, cambien en el camino, aprecian el proceso y valoran su propia transformación. Si el entorno tiene una fisonomía distinta a la imaginada, la celebran, pues confían en que es el resultado de la poderosa sinergia de la humanidad.
Amable lector, ¿con cuál de estos lentes está usted viviendo lo que pasa en la vida común en este momento de la historia? ¿desde que plataforma da lectura a los acontecimientos que nos ha tocado vivir y los que están por venir? Quizás si por un momento nos cambiamos de esquina para observar la vida, logremos ver y comprender aristas que podemos estar desechando o juzgando, pero que pueden enriquecer nuestra forma de atar y desatar nuestra propia historia.