2a Parte
No hay un camino para la paz: la paz es el camino
- Mahatma Gandhi
La paz no es un término normalmente asociado al entorno laboral. Generalmente cuando hablamos de paz nos referimos a contextos geopolíticos, pues la entendemos como lo contrario a la guerra. Sin embargo, esa es una concepción pasiva de la paz. Si bien ese es el mínimo que deberíamos tolerar como humanidad, de hecho no lo hemos logrado en ningún punto de la historia. Esto nos lleva, por un lado, a conformarnos con la aspiración de que la guerra no nos toque y por otro, a no buscar los medios de construcción de paz en donde están: en nuestra vida común.
El mundo del trabajo implica un amplio espacio de convivencia humana que tiene el potencial para edificar o destruir la paz. Si regresamos a la idea de la paz pasiva en el sector productivo y como punto de partida, – lo cual ya sería una ganancia enorme – , tendríamos como piso la ausencia de agresiones físicas, verbales, acosos y hostigamientos. No obstante, en la estructura histórica de organización del trabajo y la producción, se establecen relaciones de poder, donde el responsable del logro de los objetivos con frecuencia utiliza estos tipos de violencia como medios de control del comportamiento de sus colaboradores. Amenazar con la pérdida del trabajo, asignar jornadas de trabajo inhumanas, suprimir descansos que ponen en riesgo la integridad física de los trabajadores, los insultos y las humillaciones siguen siendo prácticas tan normalizadas que no las identificamos como violencia y las toleramos, poniendo a los trabajadores en el escenario de que si no les gusta, pueden marcharse, a ver si encuentran otro empleo, con la posibilidad muy remota de que no sea tan malo.
Pero los seres humanos merecemos mucho más que eso, y necesitamos involucrarnos enérgicamente en la generación de entornos laborales de paz activa. Esta se refiere a la conjunción de condiciones que garantizan la justicia, la equidad, la promoción de los derechos humanos y la convivencia social que permite el desarrollo pleno de las personas. Y es aquí donde la exclusión, al ser una forma de violencia estructural, es lo contrario a la paz.
La marginación y la discriminación son formas de violencia y deshumanización que crean desventajas y provocan sufrimiento en quienes las viven. En el trabajo esto se ve en algo tan simple como no compartir información completa para poder ejecutar el trabajo con éxito y así impedir que una persona se desempeñe y se desarrolle de manera adecuada dentro de la organización o bien, como no ser incluido en las convivencias sociales entre compañeros tanto dentro como fuera del trabajo. O en pactos no escritos como el evitar que alguien ascienda en la escalera corporativa por motivos de género, edad, raza, creencia religiosa o condición de discapacidad, o peor aún, el solapamiento al acoso y al hostigamiento en el trabajo.
La violencia estructural en el trabajo es un tema de la vida común, pues trasciende los centros laborales. Si bien es una desgracia que una persona sea víctima de estos tipos de agresiones, la institucionalización de las mismas detonan una deshumanización generalizada que nos hace indiferentes al dolor y al sufrimiento.
Pero con la misma fuerza en que el entorno laboral puede ser germen de violencia por un enfoque erróneo a resultados a cualquier precio, también puede ser un agente poderoso de construcción de paz. Si las empresas toman conciencia de su rol transformador en la vida de sus comunidades, elevando la dignidad de las personas sobre las metas financieras, negándose a negociar los derechos humanos y guiando su estrategia a la luz de la justicia y la equidad, pueden convertirse en un factor vital para sanar el sufrimiento de las personas, abriendo caminos para la reconciliación y la paz social.
La paz empieza en nuestro interior, y las empresas tienen la capacidad de mostrar esa ruta a sus públicos tanto internos como externos. Si me lo permiten, amables lectores, en la siguiente entrega, última de esta serie, reflexionaremos juntos sobre la paz al interior de la familia. ¡Gracias por seguir leyendo!