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Nudos de la vida común. La otra pandemia.

 

Quédate en casa, consume local y adopta medidas de higiene

-Mexicanos conscientes

Hace ya tres semanas se duplicó el número de muertes que López Gatell pronosticó como el escenario catastrófico de la pandemia en México y parece que apenas nos dirigimos al pico de contagios.  Ciertamente, en México se logró posponer el colapso de los servicios hospitalarios, y nos alcanzó hasta la segunda ola, pero inexorablemente llegó.

En esta primera semana de 2021,  la bella y sufrida Morelia fue una vez más presa del botín político sobre las decisiones relativas a la restricción de las actividades económicas no esenciales como medidas para inmovilizar a la población y cortar la cadena de contagios. El gobierno estatal como responsable de las políticas de salud pública, dictaba el cierre de todos los negocios los domingos del mes de enero. Por su lado, el presidente municipal, en sus aspiraciones a la gubernatura, mandaba mensajes confusos buscando favorecerse políticamente pero agravando la contingencia sanitaria.

La realidad es que el cierre total de negocios no esenciales en los meses de marzo a mayo del año pasado causó estragos profundos en la economía del país. Se calcula que aproximadamente 150,000 negocios pequeños y medianos cerraron de manera definitiva, en tanto que el 70% del comercio reportó una disminución del 30 al 50% de sus ventas. Solo entre mayo y junio del 2020, el IMSS reportó la baja de más de un millón cien mil trabajadores. La caída del producto interno bruto en el año que terminó, se calcula en más del 10% y la pérdida del poder adquisitivo en un 12.3%.  Un número más escalofriante aún, es el porcentaje de mexicanos que pasaron a una situación de pobreza laboral, es decir, cuyos ingresos son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria: del 35.8% en el primer trimestre del 2020, se llegó a 44.5% en solo seis meses.

Según la Organización Internacional del Trabajo, en México el sector más afectado son los servicios de alojamiento y alimentación – uno de los motores económicos de Michoacán-.  Pero el drama mayúsculo en nuestro país lo está viviendo el sector informal, que representa el 22% de los empleos y significa más de 30 millones de mexicanos. La vulnerabilidad de este sector es que por un lado, son trabajos que no tienen ningún tipo de protección social y de salud, y por otro, son los de menores ingresos. Mientras que en el sector formal sólo 8% de los trabajadores viven con el salario mínimo, en el informal el porcentaje se eleva al 32%.  Este sector en particular, además depende totalmente de la movilidad de los ciudadanos para generar ingresos, lo cual complica mucho el “quédate en casa”.

El tema es que quienes trabajan en el sector informal no lo hacen por gusto, sino por la falta de oferta laboral en el país. Trabajar por cuenta propia, es una decisión de subsistencia, no una pasión ocupacional.

Pero paradójicamente, este mercado informal -tanto oferentes como demandantes-, es el que mayor osadía ha mostrado en este primer domingo de cierre total. Operar al margen de la ley los pone en vulnerabilidad, pero ante un gobierno indolente que solo busca los votos en los próximos comicios, les da carta abierta para operar pasando por alto toda medida de contención de la pandemia.

Este nuevo cierre parcial de actividades esenciales y no esenciales es un empujón al despeñadero para nuestra economía,  justo donde ya se ha arrojado la salud y la vida de los mexicanos.  El costo económico será enorme, y debemos tener presente que la contracción económica nos afecta a todos, sin excepción. Lo más grave es la pérdida del empleo, pero quienes aún lo conservan pierden poder adquisitivo. La falta de dinero circulante trae como consecuencia una reducción de la demanda que provoca un círculo vicioso en economías que como la nuestra,  están basadas en el consumo.

Pero es la única opción, pues los mexicanos no tenemos autodominio. ¿Cómo llegamos a este punto? Por falta de disciplina, por incredulidad de los efectos de la pandemia – producto de una profunda ignorancia social – y por un egoísmo sin límites.

Los dos meses de encierro del año pasado eran suficientes para realmente controlar la pandemia. Las instrucciones eran muy simples: usa cubrebocas, lávate las manos, guarda distancia y quédate en casa lo más que puedas.  Se trataba de actos simples, por la salud propia, por la de los demás y por la economía de todos.  Pero en las creencias absurdas de “a mí no me va a pasar”, “yo guardo las medidas” y “estoy sano, de eso no me muero”, la pandemia se nos salió de control.  El sacrificio económico de las personas que perdieron su forma de subsistencia fue inútil. Y fue a costa de no interrumpir el estilo de vida de quienes se consideran intocables.

Y no es que el virus no salga en domingo o se detenga a las siete de la noche. Se trata de desalentar las aglomeraciones y que conscientemente busquemos horarios para salir en horas de menor afluencia, es decir, que nos distribuyamos en el resto del tiempo. De hecho, esto puede traer beneficios importantes. Este primer domingo de cierre, parece haber beneficiado a restaurantes y servicios de comida en modalidades a domicilio y para llevar, pues se observó saturación en los mismos. Dado que estos negocios son parte de una cadena productiva, este hecho estimula la economía a través de sus proveedores. Un consumo más consciente nos puede ayudar a todos.

Hoy, hay muchas personas que ponen en duda el rigor con que han sido desarrolladas las vacunas y han emprendido campañas en contra de ellas. Lo increíble es que ha sido más fácil lograr un avance científico en tiempo récord que aprender a usar un cubrebocas, quedarse en casa y hacer consumo solidario. Nuestra necedad es la otra pandemia y a ésta, parece que tampoco tenemos voluntad de combatirla.

Aquí vamos otra vez. Obligados al cierre parcial de negocios por nuestra falta de capacidad de tomar decisiones racionales sobre la modificación de nuestros hábitos en pos del bien común.   Ojalá que en esta ocasión lo hagamos bien, limitando la movilidad, usando cubrebocas  y privilegiando el consumo local. Resistamos quedándonos en casa y en los días de apertura de negocios, optemos por hacer nuestras compras en comercios que necesitan subsistir.  Pero también necesitamos que el sector informal  ponga de su parte respetando las medidas de higiene, sana distancia y respeten horarios de cierre para que de una vez por todas le ganemos la batalla a este virus.

En el ajedrez, cuando se sacrifica la dama, es porque se va a ganar la partida. Dejemos de desperdiciar las piezas del tiempo y de los recursos siempre limitados, respetemos el trabajo del personal sanitario y démosle la vuelta a esta pesadilla, llamada COVID19.

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