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Nudos de la vida común. Entre el querer y el poder… ¡hay un FODA!

Tercera parte

“Suerte es cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y se fusionan”

-Voltaire

Cuando las empresas deciden realizar un ejercicio FODA, con frecuencia se enfrentan a sus particulares cuatro jinetes del apocalipsis: el ego, la soberbia, el miedo y la negligencia.

Por ejemplo, al hacer el análisis de sus fortalezas, la práctica más común es hablar desde la percepción de quienes participan en el ejercicio, que normalmente son los dueños o ejecutivos del negocio. El problema es que como dice el dicho, nadie vende pan duro. El ego de la empresa y de sus miembros se impone y destacan los atributos que consideran valiosos en sus productos o servicios, sin pasar por el filtro de sus clientes y mucho menos, aunque más útil, el de sus no clientes. Para que el caballo del ego no nos desvíe del objetivo, es sumamente importante obtener evidencia de las fortalezas de la compañía, más allá del afecto o del apego a la misma.  Conversar con clientes, proveedores y colaboradores entre otros grupos de interés puede resultar una experiencia enriquecedora y realmente constructiva para la empresa, sumando objetividad y añadiendo, seguramente, hallazgos de mercado frescos y prometedores.

Ahora, cuando pasamos a la identificación de debilidades, el jinete de la soberbia suele hacerse presente. Tendemos a minimizar las flaquezas de la empresa o culpar a otros de tenerlas. Por ejemplo, el no contar con personal adecuado en número y calidad, normalmente se explica por una cultura laboral mexicana marrullera, por la falta de calificación de la mano y mente de obra o simplemente, por la carencia de experiencia o disposición de la persona a cargo de reclutar y contratar. Por supuesto que estos son factores que inciden en este problema específico, pero son externos.  La debilidad real de la empresa es su incapacidad de atraer y retener personal calificado y suficiente para atender sus propias necesidades.

Mientras la empresa no sea capaz de ver su propia fragilidad, no podrá hacerse dueña de ella y así poder generar iniciativas efectivas para resolver sus problemas.

El tercer jinete del apocalipsis del FODA es el miedo. Al tratarse de una emoción que se asocia a la vulnerabilidad propia, resulta más cómodo evadirlo o hasta negarlo. Esto conduce a que la empresa elija de manera consciente o inconsciente, no ver las amenazas de su entorno. Por ejemplo, la llegada de nuevos competidores con frecuencia es vista con desprecio, pues la soberbia susurra al oído de la empresa que sus fortalezas son tan poderosas que no hay quien pueda arrebatarles un trozo de su mercado. O bien, el ego les nubla la mente al crear una imagen de que ninguna decisión política, ninguna crisis económica, o ningún cambio social o tecnológico, podrá vencer su fórmula de negocios.  O igual, la empresa prefiere mantener la mirada en el piso sin buscar comprender su entorno.

Pongamos el caso de la pandemia. La mayor parte de las empresas aseguran que nadie vio venir esa crisis social y económica. Pero curiosamente, desde el 2017, el informe de riesgos globales del foro económico mundial, se tenía enlistada esta posibilidad tanto en la versión de una pandemia natural como en una provocada. Probablemente algunos de mis apreciables lectores dirá que quién lee ese tipo de informes. Justo esa es la ceguera, no creer que los eventos globales nos afectan y por ende, se pasa de largo la información al respecto.

Alrededor del miedo se ha construido culturalmente una asociación con la minusvalía y la vergüenza. Sin embargo, el miedo es una emoción sumamente útil, pues es la encargada de avisarnos que algo nos amenaza, y hace sonar la alarma de que debemos crear recursos en nosotros para enfrentarlo o bien, decidir huir a tiempo y con gracia. Las empresas que escucharon sus miedos ante la amenaza del COVID19, tomaron cartas en el asunto y muchas no solo sobrevivieron la crisis, sino que crecieron frente a ella.

Curiosamente, al evaluar las oportunidades del mercado, crece el optimismo de la empresa, pues las coyunturas sociales, tecnológicas y económicas en muchas ocasiones pueden favorecer el desarrollo de la empresa.  Megatendencias como los estilos de vida saludable, la intensificación de la aplicación de la tecnología en la vida diaria y un regreso al consumo local son factores que pueden ser una palanca de crecimiento. Sin embargo, su presencia por sí sola no hará el cambio. Con frecuencia, el jinete de la negligencia cubre con el polvo de su cabalgata a la organización y tales posibilidades se quedan en la matriz FODA como letra muerta. La empresa necesita tomar el reto y transformar en sí misma lo necesario para sacar partido de esas circunstancias que le representan una oportunidad.

Un FODA no sirve de nada si no deriva en acciones comprometidas. La falta de objetividad en el análisis y la inacción, son los dos grandes pecados que cometen las empresas al tratar de conocer su situación competitiva. Si la compañía se deja embestir por los cuatro jinetes del apocalipsis del FODA, el querer se convierte en nostalgia y el poder, en una vana ilusión.

Continuamos en la próxima entrega con el FODA de México. ¡Les espero!

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