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Nudos de la vida común. El silencio de los electores

Democracia significa el gobierno por los que no tienen educación,

 y aristocracia, por los mal educados

  • Gilbert Keith Chesterton

En las elecciones del 2018 se registró una votación ciudadana del 63.42%, mientras que en los sufragios intermedios del 2021, la participación cayó a un 52.66%. Históricamente, este es un comportamiento típico, pues en un país presidencialista como México, resuena más en la población votar por un personaje que por las cámaras legislativas, que al final del día, son las que toman la mayor parte de las decisiones de la vida común.  En este sentido, estaríamos esperando para este 2024, una afluencia a las urnas al menos equivalente a la de hace seis años.

En un país tan diverso y complejo como el nuestro, no aplica aquello de que una muestra representativa se parece a probar la sazón de una sopa: degustar una cucharada ya te permite conocer a qué sabe el resto de la olla. Es decir, los resultados de las elecciones pueden cambiar drásticamente de acuerdo al nivel de participación que haya. Los expertos en el tema han realizado cálculos donde se especula que una votación hasta el 55% de la población dará la victoria a la alianza “Sigamos haciendo historia”, mientras que para que gane la coalición opositora se requiere que al menos un 63% de los electores salgan a las urnas este 2 de junio.

Es decir, el futuro de México está en manos de aquéllos que muestran indiferencia, sino que apatía, frente a las elecciones.

En estos momentos, el enfoque está en los jóvenes, pues resulta que el grupo etario de mayor abstencionismo ha sido entre los ciudadanos entre los 20 y 34 años de edad[1], quienes además, son el grupo poblacional más amplio. Por ello, su voto puede significar un fuerte peso en la balanza.

Sin embargo, no podemos afirmar que ellos son el único grupo con el que hay que crear conciencia del valor de su sufragio. En el estudio muestral de la participación ciudadana del voto en 2021 realizado por el INE, se puede ver que los estados con índices menores de desarrollo humano – que podríamos equiparar a nivel socioeconómico -, son los de mayor participación, mientras que los estados con mayor índice, presentan mayor abstencionismo. El estudio referido ofrece como posible hipótesis el hecho de que las personas con menores ingresos esperan que a través del voto, logren un cambio que les permita una mejor calidad de vida. Es probable que quienes gozan de mayor holgura económica, prefieran que las cosas no se muevan. Al menos así lo podemos leer de las votaciones del 2021. De la misma forma, resulta que los habitantes de medios rurales y mixtos, acuden en mayor porcentaje a las urnas que las personas que viven en medios urbanos.  Si me permite, amable lector, me gustaría aventurar como hipótesis complementaria, que en la vida rural y semirural, se vive un mayor sentido de comunidad. Cuando las personas se conocen y conviven, independientemente de que se caigan bien o no, tienen mayor conciencia del otro y de la vida común, y de ahí podemos pensar que hay una respuesta más comprometida en la toma de decisiones sobre el gobierno de la comunidad.

El siguiente análisis quizás les parezca sorprendente como a mí. Resulta que los Estados con mayor nivel de escolaridad de sus habitantes presentan mayor abstencionismo que aquéllos con niveles educativos más bajos. Nuevamente, parece que una situación de desventaja trae un impulso más fuerte de buscar que su voz sea escuchada.

Por supuesto, estas características del abstencionismo en las elecciones intermedias no son factores aislados, sino que se trata de un fenómeno multidimensional, pues hay muchas otras circunstancias por las que una persona puede decidir no ejercer su voto, o por las que ni siquiera lo considera.  No obstante, el silencio de los electores puede tener un efecto muy profundo en el futuro del país.

Así como invitamos al voto razonado y exhortamos particularmente a los jóvenes a salir a votar este 2 de junio, es importante que hagamos conciencia del valor del voto en las clases media alta y alta, quienes viven en medios urbanos, así como los más letrados Los veinte o cuarenta minutos que les puede tomar ir a depositar su voto puede marcar la vida de todos los mexicanos durante al menos los próximos seis años.  El resultado de las elecciones, no es solo por quienes votan, sino también, por quienes dejan de hacerlo. El silencio, como en todo, también es una respuesta.

Postdata: Ofrezco disculpas por la agresividad de la frase célebre con la que arranca este nudo, pero resulta bastante ilustrativa de lo que puede pasar en los próximos comicios.


[1] Curiosamente, los jóvenes de 18 y 19 años, emocionados por contar con su credencial de elector por primera vez, la cual les da más beneficios que los civiles, son de los grupos que mayor participación muestran.

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