domingo, 19
de mayo 2024
21.5 C
Morelia
domingo, 19
de mayo 2024

Nudos de la vida común. El Poder de las Narrativas Colectivas. Segunda parte.

“Pero Jace —replicó ella—. Todos los cuentos son ciertos.”

  • Cassandra Clare

En el nudo de la semana anterior conversamos sobre el pensamiento mítico y el efecto que las narrativas populares tienen en la vida común. Hoy quiero compartir algunos otros ejemplos de cómo las historias que escuchamos dan forma a nuestra acción colectiva.

Sin el deseo de denostar la época de oro del cine mexicano,  sino con la genuina intención de comprender cómo se ha amasado la cultura nacional a través de las historias, tomemos la célebre saga de “Nosotros los Pobres” con la que crecieron las generaciones boomer y X.

A través del drama de la vida y con las dificultades que trae la desventaja económica y social, se erigió toda una apología y victimización de la pobreza.  Frases como “pobre pero honrado” equiparan la riqueza a la deshonestidad, pero ni del lado de la carencia ni del de la prosperidad, se aprecia el trabajo como una virtud para mejorar la calidad de vida material. Quienes se ven impedidos para satisfacer sus necesidades corporales, parecen gozar de riqueza espiritual, y quienes tienen abundancia económica, parece que han manchado su consciencia de manera irremediable.

De entrada, esta narrativa genera una división de la persona, o se privilegia la dimensión corporal y material o la espiritual, y no se comprende al ser humano como una unidad de ambas.

Una narrativa más contemporánea que retoma este pensamiento mítico es la contada en la película “Nosotros los Nobles”.  Una historia ya usada en muchas otras expresiones artísticas donde los adinerados protagonistas caen en desgracia, pierden sus bienes, pero logran adaptarse y entender lo realmente valioso de la vida.  Hasta ahí, la moraleja suena bastante romántica.

El tema es que esta misma capacidad de resiliencia en un cambio de estrato social no se aprecia en sentido contrario. Cuando alguien logra cierta movilidad social, se le nombra con desdeño “nuevo rico” y se sospecha de la licitud y honestidad de los medios con lo que lo logró. El encanto moral de la miseria parece diluirse, como si la esencia de la persona se desdibujara en proporción inversa al esfuerzo que pudo haber hecho para cambiar su condición.

Este tipo de lógicas  nos llevan a responsabilizar a la suerte, al destino o a los otros de nuestra propia vida.  Atribuimos nuestra desventura a factores externos, como las condiciones que nos han tocado vivir, mientras que la bonanza de los demás parece ser producto de la corrupción de su alma. Éste resulta un argumento poderoso para no reconocer en nosotros la naturaleza humana, llena de matices.  Preferimos ignorar la debilidad humana, para no ver la propia,  y de paso, cerramos los ojos a la virtud, para no ser retados por quienes la practican.

Dejamos de ser dueños de nosotros mismos y es aquí donde esperamos que el Mesías del siglo XXI nos saque de nuestra miseria y como Robin Hood, restablezca el equilibrio en la fuerza quitándole a unos lo que tienen, en el juicio de que es indebido, y dándoselos a los otros, como justicia pseudo divina. 

Este pensamiento mítico limita de manera tajante el crecimiento humano, pues nos ciega ante el trabajo interior que cada quien necesitamos hacer para lograr nuestra plenitud. Cuando nuestro amo es lo externo a nosotros, perdemos todo poder, en lo individual como en lo colectivo, y  lo cedemos a quien nos promete llevarnos a la tierra prometida.

Como consecuencia, el desarrollo del país se imposibilita.  Con un antagonismo férreo en el mundo del trabajo, con un sector que emprende por necesidad y requiere que le den más de lo que ellos pueden aportar, con una burocracia que se cree merecedora por el hecho de ser el partido en el poder y con una educación que nos sigue contando cuentos adormecedores, el futuro no se ve nada alentador.

Ciertamente, hay muchas adversidades que presenta la vida, y me atrevo a decir que la mayoría realmente son accidentales, que nos suceden de manera azarosa. Pero la inocencia de encontrarnos en ellas no es motivo para dejar de actuar.  Si me permiten insistir, no ser causante de algo no nos exime de dar una respuesta.  El verdadero carácter de la persona es cuando se domina a sí mismo y transforma en sí lo necesario para poner cara a la vida y mejorar su entorno y su destino.  Como decía Viktor Frankl, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento, y el aprendizaje, si me permiten agregar, es opcional.

Necesitamos nuevas narrativas donde la esperanza de México no esté en que la vida cambie por la gracia de un actor resentido, sino donde las personas desde nuestra transformación interior, hagamos florecer la vida común.

Comparte esta publicación:

TE PUEDE INTERESAR

PUBLICACIONES RECIENTES

TENDENCIAS

TENDENCIAS

El 02 de junio nadie se queda en casa, todos a votar: Morón

A materializar el apoyo al proyecto de la Cuarta Transformación con votos el próximo 02 de junio, convocó el candidato al Senado de la...

TENDENCIAS

El 02 de junio nadie se queda en casa, todos a votar: Morón

A materializar el apoyo al proyecto de la Cuarta Transformación con votos el próximo 02 de junio, convocó el candidato al Senado de la...

TENDENCIAS

Gobierno del estado celebra a enfermeras y enfermeros en su día

Al reconocer que su trabajo, esfuerzo y dedicación son fundamentales en el sector salud y en la vida de cada uno de los ciudadanos,...