Morelia, Michoacán.- Ana María nació el 26 de julio de 1989, mismo día en que se reunió con los ángeles del cielo, sin dejarle “ninguna mueca”, dice su mamá, María Socorro Velázquez Jiménez, quien la visitó este primero de noviembre, día de los “muertos chiquitos”.
No estaba destinada a ser suya, pero es parte de sí, agrega, por lo que desde hace 35 años asiste al Panteón Municipal de Morelia a adornar su sepultura, cuando aprovecha para rezar por las almas que puedan llegar a necesitarlo.
En un profundo silencio y con un rostro atravesado por una mirada honda de tristeza, detrás de ella, su esposo prende un par de velas de cada lado de la cruz, sobre la cual coloca figuras con motivos infantiles.
Unos metros más adelante, yacen los restos del hermano mayor de Erandi Peguero, quien falleció a los cuatro años, cuando ella tenía dos, por lo que los recuerdos que guarda son fragmentarios y confusos.
No obstante, cada Día de Todos los Santos, ella y su familia van a “darle la vuelta”, a él y a dos de tres sobrinos trillizos con quienes comparte el espacio de descanso eterno.
Como ésta, muchas otras familias en Michoacán visitan los panteones el 01 o 02 de noviembre, Día de Muertos, cuando, según la tradición, los portales se abren para que los difuntos visiten a quienes los recuerdan desde el reino de los vivos.