México está pasando por una espiral de violencia provocada desde varias trincheras. Es una ola que nos hace enfrentarnos y chocar con posiciones, no sabemos hasta que punto, queriendo desahogar tanto que tenemos reprimido como sociedad.
Tenemos como ejemplo el caso de Patricio Pereyra, joven poblano que agredió a un guardia de seguridad privada en Lomas de Angelópolis, a quien vimos con una inaudita furia arremetiendo contra un guardia de seguridad de la unidad habitacional donde residía.
Sus amenazas y gritos queriendo provocar más violencia van a quedar grabados en el testimonio de un México irreal, queriéndose “dar un tiro”, su manera de actuar es igual a la del llamado “Tiburón” un cobarde que golpea a un joven en un restaurante de comida rápida por pedirle que respetara su turno.
Esto comienza a construir toda una historia. Porque el México violento lo encontramos en mayor o menor medida, desde la tribuna de las conferencias mañaneras, donde el presidente López Obrador se ha dedicado a atacar a quienes considera sus adversarios, lo cual le ha llevado a tener llamados de atención de varias autoridades, a tal grado de impedirle hablar de algunas personalidades políticas.
Así podemos seguir escarbando en el México actual que nos señala todos los días casos de terrible violencia y de un terrorismo crónico, que todas las instituciones se encargan de negar y de esconder bajo la alfombra de la impunidad.
Hace unos días vimos unas terribles imágenes de un hombre colgado e incinerado, aunque el motivo no es muy claro, se hace ver que se trataba de un enfrentamiento entre grupos criminales. En esta guerra que se ha desatado, dudo que haya algunos tipos de códigos de honor, pero sí debería existir ciertas reglas para salvaguardar la dignidad de las personas.
En este México enojado hay muchas cosas que escapan de nuestras manos, pero siempre tendremos algo que aportar para la reconciliación. Hoy Ceci Flores, la madre buscadora de Sonora, presentará un libro de su crónica de vida en la Feria Internacional del Libro, y dentro hay muchas muestras de cómo se pueden hacer las cosas diferentes.
Es loable que, entre tanto dolor y caos, busque que los recursos que genere este libro, vayan destinados a un nuevo grupo de víctimas, porque la generación que está creciendo huérfana, va a tener sus propios retos, ¿qué recuerdo o cariño le van a tener a un país que les arrebató todo y que por segunda vez, quiere ahora hacerlos invisibles?
Los retos vienen fuertes para un país con un enojo agudo. La actitud, valores y principios nos harán salir adelante, siempre y cuando tengamos el valor de detener la ira que camina en las calles, y de repente, hace que unos muchachos, se quieran arrebatar la vida de la manera más absurda.