Brenda Ortiz Corona, es madre de un menor que fue brutalmente golpeado en la Escuela Primaria “Jesús Romero Flores”, ubicada en la avenida Universidad de Morelia. Una institución que hasta hace pocos años era reconocida por su trayectoria y nivel académico, se convirtió para Brenda y su hijo en escenario de una injusticia que no termina.
Hace tres años, cuando su hijo cursaba cuarto grado y destacaba por su excelencia académica, tres niños y una niña lo golpearon salvajemente. La agresión provocó un coágulo en la cabeza del menor, que desde entonces requiere vigilancia médica constante y costosos tratamientos en Guadalajara, generando gastos superiores a los $25,000 por visita.
Aunque la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) falló a favor del menor, ordenando la reparación del daño a la Secretaría de Educación (SEE), hasta hoy no se ha cumplido. Brenda ha perdido su trabajo al dedicarse completamente a su hijo, y continúa enfrentando la indiferencia de la dependencia estatal, que le responde que no hay recursos disponibles.
“El gobierno me dice que hasta el próximo año podrían cubrirlo, pero mi hijo no puede esperar”, asegura Brenda. “Llevo tres años batallando, de aquí para allá, sin que las autoridades cumplan su obligación. Los niños tienen derecho a una educación libre de violencia, y mi hijo merece recibir justicia”.
A esto se suma la discriminación por parte de algunos docentes, la omisión de cuidados por el personal directivo, y las amenazas de represalia por parte de los padres de los agresores. Ninguno de los responsables fue sancionado, y los menores continuaron su conducta violenta hasta finalizar la primaria.
Hoy, Brenda exige lo justo: la reparación del daño que la ley y los organismos de derechos humanos ya reconocieron, así como protocolos de seguridad y sanciones efectivas para garantizar que ningún niño vuelva a sufrir lo que sufrió su hijo.
“Que se hagan responsables de lo que hicieron sus directivos o su personal. Mi hijo merece ser protegido, no abandonado”, concluye Brenda, recordando que la verdadera justicia comienza por respetar los derechos de los más vulnerables.