Ciencia y Fe, dos cosas que para muchos parecen contrarias entre sí, sin embargo, ambas son complementarias pues la ciencia ha ayudado a esclarecer y a comprobar los sucesos y eventos más sorprendentes considerados como Dogmas de Fe.
A lo largo de la historia de la humanidad, se han presentado diferentes sucesos que, bajo el entendimiento del ser humano, sería muy complicado darles una explicación lógica.
Uno de estos acontecimientos, ha sido durante muchos años, la investigación científica sobre el Sudario de Turín, también conocido como Sábana Santa, considerada como una reliquia directa del sepulcro de Jesucristo.
Después de casi 629 años de que, dicha reliquia se considerara como un Dogma de Fe, en 1978, justo a la llegada del joven Papa, Karol Józef Wojtyla (San Juan Pablo II), se formó un grupo de científicos denominado Proyecto para la Investigación Científica del Sudario de Turín (STURP, por sus siglas en inglés), formado por académicos y científicos pertenecientes al Vaticano bajo la dirección del Cardenal Anastasio Alberto Ballestrero, quien fungía como Custodio Papal de la Sábana Santa.
Una vez iniciados los experimentos sobre la autenticidad del Sudario de Turín, en 1980, el microscopista Walter McCrone, mostró evidencia de que, la Sábana Santa había sido pintada y no un milagro como lo dictaba la creencia católica. Sus pruebas se fundamentaron en el hallazgo de pigmentos vegetales encontrados en la reliquia.
No obstante, en 1990, el mismo grupo de investigación, refutó las conclusiones de McCrone, pues los químicos John Heller y Alan Adler, demostraron que, los supuestos pigmentos en realidad se trataban de la presencia de componentes sanguíneos, asociados lógicamente en primer principio al Jesús crucificado.
En 1991, se pudo conocer que el tipo de sangre encontrado en la Sábana Santa era AB positivo, sin embargo, esto no quería decir que, la sangre encontrada fuera de un solo ser humano, además de que, otras sustancias encontradas en las bacterias y restos vegetales pueden dar falsos positivos para el tipo de sangre.
A finales de 1991, la Iglesia Católica enfrentó una dura crítica sobre la autenticidad de la reliquia, además de la validez de los resultados vinculados a los análisis del tipo sanguíneo
A propósito, en 1993 un grupo de investigadores lidereados por el arqueomicrobiólogo Leoncio Garza Valdés en la Universidad de San Antonio Texas, realizaron uno de los más grandes hallazgos sobre la Sábana Santa, aislaron y secuenciaron el ADN de tres genes aislados de restos sanguíneos de la región occipital de la supuesta imagen de Jesucristo.
Los hallazgos de este grupo de investigación lograron demostrar que, en efecto el ADN encontrado, se trataba precisamente de un ser humano de sexo masculino.
La evidencia científica encontrada hasta ese entonces reforzaba cada vez más la idea de que, la Sábana Santa no era un Dogma de Fe, sino que, por el contrario, se trataba de una reliquia sagrada proveniente del sepulcro de Jesucristo.
A la fecha, los avances en cuanto a la investigación genética de los restos de la Sábana Santa indican que, en realidad los genes secuenciados por Leoncio Garza-Valdés no son los únicos contenidos en la reliquia sagrada, pues con los avances sobre estudios de ancestría genética, se ha podido conocer que, en realidad el Sudario contiene ADN de seres humanos pertenecientes a la región de Europa Mediterránea y Continental.
Lo anterior, se explica y coincide con los registros de la trayectoria de la reliquia desde Jerusalén hasta los países europeos entre los siglos I al XIV.
Aunque no es concluyente que, el ADN encontrado en la Sábana Santa pertenezca a Jesucristo, al menos indica que, el Sudario es auténtico y que, los restos de la sangre ahí encontrada pertenecieron a un ser humano como nosotros.
Hasta la próxima.