“El poder sin el abuso, pierde su encanto”. Paul Ambroise Valéry (1871 – 1945). Escritor francés.
Para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, todo está mal, nada de lo que se haya edificado en el pasado es digno de perfeccionarse; no, desde su lógica es mejor destruirlo porque sólo él es honesto, aunque los hechos dicen otra cosa.
El hartazgo que provocó la ineficacia y corruptela de gobiernos pasados han degenerado en seguidores a ciegas de un Ejecutivo federal que pretende hacerse de todo el poder, con todos los riesgos que ello implica.
Una nueva señal de semejante riesgo es la desaparición de 109 fideicomisos que reúnen poco más de 68 mil millones de pesos, con el argumento de que se manejan de manera corrupta y el dinero se ocupa para hacerle frente a la pandemia por el COVID-19.
Algunos de los fideicomisos que desaparecerían son:
- Fondo de Desastres Naturales (Fonden)
- Fideicomiso Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine)
- Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar)
- Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas
- Fondo de Apoyo Social para Ex Braceros
- Fondo de Financiera Rural
Nada más que hasta el momento y como ha sucedido en otros temas, el gobierno de López Obrador no ha evidenciado ninguna corrupción, tampoco hay denuncias y mucho menos alguien en la cárcel. Sólo rollo, saliva, acusaciones vengativas y nada más.
Como prácticamente todo en la vida, el manejo de dichos fideicomisos puede perfeccionarse, ponerle más candados para hacerlos transparentes, acabar con aviadores y procurar mejores resultados; pero pensar que un solo hombre, así sea el más erudito y honesto (y está claro que López Obrador no es ni lo uno ni lo otro), va a manejar de mejor manera todos los dineros, es un error terrible.
Sólo por citar un ejemplo, el gobierno del tabasqueño ha entregado más del 70 por ciento de los contratos por adjudicación directa, sin licitar, es decir, igual que sus antecesores a los que tanto crítica y de los que se siente tan diferente.
Andrés Manuel López Obrador es un político más que ha sabido aprovechar el hartazgo de la población y pretende ejercer la totalidad del poder, en detrimento de todos los mexicanos. No olvidemos que México ya conoce las consecuencias de dictaduras blandas, dicho de otro modo, personajes plenamente empoderados. Cuidado, porque en unos meses las consecuencias serán irreversibles y habrá muchos más arrepentidos, incluso de los que ahora despachan como “legisladores” federales y ciegos seguidores del inquilino de Palacio Nacional.
Veremos si a la oposición le alcanza para detener semejante intentona y veremos si los mexicanos alcanzamos a darnos cuenta de los riesgos que se corren al entregarle tanto poder a un solo hombre. La oportunidad para obligar a un equilibro, para procurar más democracia y menos determinaciones unipersonales será en el 2021. ¿Usted qué hará?
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.