“En el fondo, la mayoría de nuestros problemas se reducen a eso: seguir las reglas”. Paulo Coelho (1947 –) Escritor y poeta brasileño.
Los antros, bares, cantinas y hasta restaurantes que operan en la capital michoacana con licencias tipo “C”, es decir, con venta de bebidas embriagantes, han gozado de impunidad motivada por actos de corrupción y/o incapacidad de la autoridad municipal para hacerle frente a estos giros comerciales, donde prevalece una enorme sospecha de que, varios, suelen estar administrados por grupos de la delincuencia organizada.
Por ello resulta importante destacar el atrevimiento que ha asumido el presidente municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar y el Cabildo, que, por unanimidad, aprobaron modificaciones al reglamento para el funcionamiento de establecimientos mercantiles, industriales y de servicios de la capital michoacana.
Entre las modificaciones al reglamento destacan que se incrementaron al doble las multas y que hay más claridad en los argumentos para clausurar definitivamente al negocio infractor, por ejemplo, por reincidir en permitir acceso y vender bebidas alcohólicas a menores de edad, incumplir las restricciones de horario o sobrepasar los niveles de ruido permitidos.
Sin embargo, aplicar el reglamento es un reto enorme y está claro, que para lograrlo no bastarán los 48 inspectores que tiene la Dirección de Inspección y Vigilancia. Será necesario el respaldo de las fuerzas policiales de los tres niveles de gobierno, de las que, hasta el momento, no han dado a conocer si contarán con su respaldo.
Como propone Alfonso Martínez, para ordenar este sector se requiere de todos, “los dueños de los establecimientos cumpliendo la ley, el gobierno municipal haciendo que se cumpla y nosotros como familia, cuidando a nuestros hijos”.
Está claro que hay empresarios que acatan sin problema el reglamento, hay padres de familia que cuidan de sus hijos, pero también hay dueños de antros, bares y restaurantes que operan a base de sobornos y otros con amenazas; en este caso, el de las amenazas, los inspectores municipales no tienen nada qué hacer, insisto, requieren del apoyo de las fuerzas de seguridad y una estrategia donde participen los tres niveles de gobierno, de lo contrario, las modificaciones al reglamento podrían utilizarse sólo para incrementar, con los que puedan, el costo de las mordidas.
Muchos morelianos conocen de este tipo de negocios que no respetan horarios, han visto que basta un soborno para que los inspectores se hagan de la vista gorda y les permitan continuar la fiesta a puerta cerrada.
Hay otros casos evidentes, donde nadie entiende cómo es que se otorgó una licencia del giro comercial “C”, con autorización para prestar servicio hasta las 3 de la mañana, con la música extremadamente alta y que están rodeados de zonas habitacionales con vecinos que se cansaron de pedir se aplique el reglamento y en muchos casos, optaron por vender su casa o abandonarla para rentar en otra parte.
Que no se haya aplicado el reglamento en lugares que no lo respetan y que la mayoría identificamos, sólo puede explicarse con la corrupción o bien, con la imposibilidad del Ayuntamiento de Morelia para hacerle frente a delincuencia organizada que podría estar detrás de algunos de estos negocios.
Ojalá que pronto se note la diferencia y que antros, bares, centros nocturnos y restaurantes cumplan la ley o la autoridad municipal los obligue a cumplirla. Será plausible constatar que este sector se ha regularizado y que aquellos que no acataron, sean clausurados.
Tomémosle la palabra a Martínez Alcázar y al Cabildo de Morelia en pleno, como ciudadanos hagamos lo correcto, evitemos participar de actos irregulares en estos negocios y cuidemos de nuestros hijos. Que haya éxito, la capital Michoacana se lo merece.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.