“El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”. Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) Escritor, orador y político romano.
La manifestación ciudadana que se llevó a cabo en la Ciudad de México y se replicó en decenas de ciudades en el país, son un claro reflejo del hartazgo en el que se encuentran millones de mexicanos.
Lamentables los hechos violentos que se registraron y los abusos que ejercieron uniformados contra manifestantes y periodistas en Ciudad de México y Morelia. Futuras manifestaciones deberán extremar cuidados para evitar infiltrados y/o detener a los pocos que puedan extralimitarse. El oficialismo insistirá en provocar y desacreditar.
Sin duda, el asesinato de Carlos Alberto Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, ha despertado conciencias, fortalecido el valor y ha motivado a los ciudadanos inconformes a actuar.
Este sábado 15 de noviembre quedó claro que la manifestación, si bien fue motivada para exigir justicia para Carlos Manzo, ya involucró otras demandas y luchas de diversos sectores de la población que no habían logrado la presencia anhelada, menos la solución a sus demandas.
El movimiento de “El Sombrero” que lideró el alcalde asesinado y que ahora ha asumido su esposa Grecia Quiroz García, se ha convertido en el símbolo que aglutina inconformes con los gobiernos de la llamada 4T y podría significarse en la amalgama de la oposición de cara al 2027.
De ese tamaño podría ser la importancia del movimiento que tuvo su origen en Uruapan, pero, requerirá de una dirección visionaria y genuina para ser la esencia de la oposición que México necesita para el siguiente proceso electoral, donde el oficialismo ya ejerce control hasta en los órganos electorales.
Por ello es de lamentar que Grecia Quiroz haya optado por no sumarse a la manifestación. Aunque es comprensible su decisión ante el dolor que padece, pero no se puede dejar de analizar que, con su postura, en alguna dimensión le abona al discurso de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo y su feligresía.
Desde su púlpito en Palacio Nacional, la científica ha intentado desacreditar las manifestaciones ciudadanas que exigen paz y justicia. Insistentemente ha dicho que los jóvenes de la Generación Z son incapaces de organizarse, que los manipulan los opositores al régimen, los de la derecha.
Ha reiterado que los que se quejan en redes sociales son “bots”, pero, contradictoriamente instaló enormes vallas para resguardar Palacio Nacional y mandó a sus “granaderos”, lo que ya no existen, para reprimir a los manifestantes.
Este 15 de noviembre quedó de claro que no son bots, y una vez más la esencia autocrática y represora de los gobiernos de Morena. A los delincuentes, abrazos, dice la científica que la ley le impide usar la fuerza del Estado; pero contra los ciudadanos inconformes, no la detiene nada.
México necesita que resurja una oposición suficientemente sólida para ser el contrapeso del poder en turno. Ojalá que el asesinato de Manzo Rodríguez no quede impune, pero que tampoco resulte en vano. La herencia que dejó en su movimiento de “El Sombrero” podría ser el punto de partida.
Claudia Sheinbaum y Morena lo saben, por eso insistirán en desacreditar las manifestaciones. Es más fácil eso que reconocer el hartazgo de millones de mexicanos cansados de la inseguridad, las extorsiones y la impunidad, así como de la ausencia de políticos empáticos, honestos y congruentes.
No son bots o jóvenes borregos los que han tomado las calles. Son ciudadanos candados de la corrupción de los gobiernos de Morena y la aniquilación que han hecho de los contrapesos.
Los manifestantes son ciudadanos que conocen la corrupción e impunidad en los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.
Son ciudadanos enterados de la majadera corrupción al más alto nivel como el Huachicol Fiscal, La Barredora, el desfalco en SEGALMEX, acordeones en la elección judicial, las irregularidades en las obras faraónicas con la presunta participación de los hijos de López Obrador.
Quienes están haciendo un tiempo para salir a las calles, saben que, si se quedan callados seguirá la aniquilación de la incipiente democracia mexicana en el 2027, Morena ya tiene prácticamente el control total.
Las manifestaciones de este 15 de noviembre son un gran paso, pero falta mucho por hacer. Ojalá que no acabe el ímpetu, que no muera la esperanza, que no gane la apatía, que seamos capaces de generar contrapesos. México nos necesita a todos.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.



