“Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes”. John William Cooke (1919 – 1968) Político argentino.
No deja de sorprender que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump haya postergado su amenaza de imponer aranceles del 30 por ciento a todos los productos mexicanos y además, que permita el uso propagandístico, como si se tratara de un logro de Claudia Sheinbaum Pardo tras un diálogo telefónico de último minuto.
Por cierto, se debe reconocer que momentáneamente es oxígeno para la economía mexicana que no crecerá en el presente año.
Las elucubraciones tratando de explicar la estrategia gringa, abundan.
Para unos, Donald Trump prepara el terreno para sacar ventaja en el nuevo acuerdo comercial, un movimiento con el que tiene 90 días más en la zozobra a México, con miras a lograr que su balanza comercial deje de ser deficitaria.
Otros consideran que la conquista primaria, como lo destacó el propio presidente gringo, es la eliminación inmediata de las barreras comerciales no arancelarias que frenan sus exportaciones a México de productos médicos, electrónicos, pesticidas, autopartes, así como en asuntos laborales y de propiedad intelectual, por mencionar algunos.
Y claro, no se descarta que, en lo corto, haya logrado algo más en materia de seguridad, donde ambos mandatarios destacaron mantener y fortalecer la cooperación en la frontera, que implica evitar la migración y combatir el tráfico y distribución de drogas como el fentanilo.
Pero, no se puede perder de vista que lo más rudo en semejantes acuerdos es lo que no se publica y que sólo el tiempo puede prone al descubierto, como ya ha pasado en esta relación de Trump y Sheinbaum.
No perdamos de vista que la amenaza del 30 por ciento de aranceles a México que entraría en vigor el pasado viernes 1 de agosto, se dio en el contexto donde Donald Trump señaló que los esfuerzos por detener el tráfico de fentanilo son insuficientes y apenas el 16 de julio señaló que “los carteles tienen un tremendo control sobre México, sus políticos y sus funcionarios electos”.
Así que, resulta imposible descartar que no haya acuerdos entre ambos mandatarios, de esos inconfesables, para que cada cual lleve agua a su molino. En ese terreno, las elucubraciones podrían llevarnos a concluir que Claudia Sheinbaum está construyendo una manera para romper en definitiva su vínculo con su todavía patrón, Andrés Manuel López Obrador.
La doctora podría haber acordado el respaldo de Donald Trump para quitarse de encima a los operadores más cercanos del tabasqueño, que cargan con enormes sospechas de corrupción y vínculos criminales.
El contundente ataque a Adán Augusto López Hernández o las fotografías de los políticos cercanos e hijos de López Obrador en vacaciones de lujo no son fortuitas, pero tampoco el apoyo público que Claudia Sheinbaum le ha otorgado a personajes como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya.
La tarea no es sencilla. Sheinbaum Pardo llegó al poder gracias a ser la corcholata preferida del dueño de Morena, es presidenta porque ha pertenecido al grupo íntimo de Andrés Manuel. Así que, si gracias al vecino del norte la justicia alcanza alguna vez al tabasqueño o por lo menos a algunos de sus más cercanos, sin duda el riesgo de que la científica salga raspada es alto.
Sólo el tiempo podría mostrar la verdad de los acuerdos inconfesables, si se trató de un ganar-ganar para ambas naciones o sólo para ambos mandatarios.
Por lo pronto, se han postergado 3 meses el cobro de aranceles, aunque se mantiene el arancel como castigo por el tráfico de fentanilo, del 25% a los automóviles y del 50% al acero, al aluminio y al cobre.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.
