“La amargura es como el cáncer, se come al anfitrión. Pedro el enojo es como el fuego, quema todo hasta dejarlo en cenizas”. Maya Angelou (1928 – 2014) Activista de los derechos civiles, escritora, cantante y poeta estadounidense.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador lleva dos semanas enojado, así que los insultos y calumnias, en especial contra periodistas y medios de comunicación, han sido la constante de sus mañaneras.
Está claro que no le gusta la crítica y menos que se investiguen presuntos actos de corrupción de sus cercanos, así que evidentemente el reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y Carlos Loret de Mola con Latinus, que evidenció las manera lujosa como vive José Ramón López Beltrán en Huoston, Texas del vecino país del norte, le ha pegado en donde más le duele.
Está enojado porque el tema se ha mantenido vigente, su verborrea no ha sido suficiente para contener la crítica, ni impedir que se haya hecho viral y para colmo, sus “cortinas de humo” tampoco le han resultado.
En esta ocasión es evidente que ha equivocado su estrategia. Cada día que toca el tema en su mañanera, como lo hizo este miércoles 9 de febrero, con la señorita de las mentiras y que tampoco sabe sumar, así como de su director de Petróleos Mexicanos, le ha resultado contraproducente.
Ni López Obrador ni sus floreros han podido descartar que haya conflicto de interés, no ha sido suficiente el argumento de que su nuera, Carolyn Adams, “al parecer tiene dinero”.
Tampoco ha podido desmentir con hechos, con documentos en mano, otras investigaciones periodísticas que han evidenciado presuntos actos de corrupción de sus hermanos, otros familiares, colaboradores cercanos y ahora su hijo.
Así que está enojado. La oposición más sólida que ha encontrado López Obrador son los periodistas, por ello no ha tenido empacho en denostar y calumniar sin medir las consecuencias de sus palabras, pese a que México sea el país más peligroso para ejercer el periodismo.
Vive en un palacio, goza de privilegios evidentes, no ha podido demostrar de qué vivió más de dos lustros que anduvo en campaña por todo el país, insulta a la clase media, a los que aspiran a mejores estándares de calidad de vida, y a los que tienen dinero, los considera corruptos.
Pero cuando se trata de su hijo, sus cuates, patrocinadores y colaboradores cercanos, no hay problema, ellos sí pueden vivir en la opulencia, merecen ser ricos o tener una esposa que lo sea.
Está enojado López Obrador y eso es peligroso. Este miércoles se desquitó con España, pero sin duda, los días que vienen intentará destruir al IN y otras instituciones y organismos ciudadanos.
El 2022 podría ser el último año en que el autócrata que vive en Palacio Nacional tenga la fuerza para procurar cuanta locura se le ocurra. Estemos alertas. Más allá de simpatizantes de uno u otro partido político o personaje, lo ideal es ser mejores ciudadanos, cuidar de nuestro país y sus instituciones, exigir buenos resultados y que se corrija lo que está mal.
Pero cuidado con seguir apoyando a ciegas al que está enojado y que ataca sin medir consecuencias a cuanto se le atraviesa.
México y su democracia necesitan de la investigación periodística, de la crítica y propuesta ciudadanas, de la transparencia y rendición de cuentas, del pleno respeto al derecho a la información y a libertad de expresión.
Defender posiciones dictatoriales, alguna vez también afectará a los que ahora, basados en su miserable pragmatismo, optan por quedarse callados.
Cuidado, López Obrador está enojado.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.