“La libertad de expresión es la base de los derechos humanos, la raíz de la naturaleza humana y la madre de la verdad. Matar la libertad de expresión es insultar los derechos humanos, es reprimir la naturaleza humana y suprimir la verdad”. Liu Xiaobo (1955 – 2017). Defensor de los derechos humanos y Premio Nobel de la Paz en 2010.
Las benditas redes sociales, pasaron a ser malditas. Gobernar desgasta y provoca la exigencia de los ciudadanos informados, así que tras dos años del gobierno de Morena que encabeza Andrés Manuel López Obrador, evidentemente la crítica empezó a causar sustancial molestia.
En México, ha sido una constante que el poder en turno intente controlar derechos elementales de toda democracia, como el acceso a la información y a la libertad de opinión. Alguna vez se condicionó el papel a los periódicos y los contratos publicitarios, otras ocasiones contuvieron con amenazas a periodistas, defensores de derechos humanos y opositores; peor aún, los mataron o los desaparecieron.
Al poder gubernamental le incomoda la crítica, independientemente del color, del partido o de la presunta ideología. No es la excepción la mal llamada “Cuarta Transformación”. La crítica a las decisiones del gobierno federal ha crecido y ha ganado constancia, pese incluso, a la ausencia de una sólida oposición partidista.
Las redes sociales ya no son benditas. El foco de alerta se le prendió al Ejecutivo Federal, cuando Twitter hizo valer sus requisitos y censuró a Donald Trump por incitar a la violencia.
López Obrador, en una inusual autocrítica debió darse cuenta del enorme parecido que guarda con su amigo Trump y seguramente puso las barbas a remojar. Recordó las contradicciones y mentiras que pronuncia constantemente, aunado a su gusto por denostar y polarizar desde sus mañaneras en Palacio Nacional, así que debe estar preocupado ante la posibilidad de desaparecer de las que antes fueron las “benditas redes sociales”.
Evidentemente, por órdenes superiores o por quedar bien, el senador de Morena Ricardo Monreal, anunció que promoverá una iniciativa para regular las redes sociales. Argumentó que Internet y el ciberespacio son públicos, propiedad de la nación y que deben limitarse a “administrar dos bienes públicos universales que son la libertad de expresión y el derecho a la información”. Destacó que no pueden censurar de manera unilateral sin la garantía de audiencia y la legítima defensa.
Los intentos por regular a las redes sociales, no ha prosperado en el ámbito internacional, así que evidentemente no es un asunto sencillo, pero sí extraordinariamente tentador y peligroso.
Hasta ahora, efectivamente las redes sociales se han empoderado como facilitadores del acceso a la información y el derecho a la libertad de expresión. Operan en el ámbito de lo privado y con presencia internacional, tienen su propio reglamento y obligan a lo usuarios a respetarlo. Ricardo Monreal ya dejó ver que prefieren que sea el gobierno quien tenga semejantes atribuciones.
Está claro que se cometen abusos y que prevalecen grupos que violentan el deber ser para procurar controlar los contenidos en las redes sociales, degenerando en noticias falsas y el uso de boots, entre otras maneras fraudulentas de posicionar agenda.
A la par, Facebook y WhatsApp, por citar un par de ejemplos, han logrado conquistar a más de 90 por ciento de los mexicanos, que han encontrado en sus estructuras digitales, una oportunidad para opinar e informarse, aunque también para insultar, mentir y polarizar.
El problema no son únicamente las redes sociales, sino el uso que hacemos cada cual y cada grupo social y de poder.
Lamentablemente la iniciativa anunciada por Ricardo Monreal nace de una coyuntura político-electorera y contradictoria, que, de no prestarle atención, podría terminar en una intentona más con matices dictatoriales para contener la crítica.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.
