Los esfuerzos en el desarrollo de una vacuna contra la COVID-19 por parte de cualquier país en el mundo, es sin duda algo muy bueno, sin embargo, lo que no es ético, es que el país donde se ha desarrollado esta vacuna sea juez y parte en la evaluación de la seguridad y eficacia de ésta.
Un buen ejemplo de esta mala práctica carente de ética es el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 en Cuba.
Cualquier experimento que se efectúe en seres humanos, ya sea de un nuevo medicamento, o una vacuna, debe quedar debidamente registrado en la base de datos pública: https://clinicaltrials.gov/ como parte de la transparencia y ética necesaria, pues será un insumo que incidirá de una u otra forma en la población a la que va dirigido, desafortunadamente las vacunas desarrolladas en Cuba no cuentan con este registro.
Relacionado a lo anterior, el pasado lunes 9 de mayo de los corrientes, el presidente de México anunció que, se administrarán vacunas desarrolladas en Cuba contra la COVID-19, para “pequeñitos” de 2 años en adelante.
Al momento de escuchar ese “anuncio” por parte del mandatario mexicano, lo primero que podemos pensar es que, esa información no fue consultada con los responsables de la salud en nuestro país, pues, a la fecha, no existe ninguna vacuna contra la COVID-19 que esté autorizada para ser utilizada en niños menores de 5 años.
A la fecha, el desarrollo y la evaluación de las vacunas cubanas contra la COVID-19 (Soberana 02, Soberana Plus y Abdala), han cumplido con sus propios estándares de eficacia y seguridad en estudios clínicos de fase 3, además de que, solo han sido autorizadas en 6 países diferentes a Cuba, entre ellos México.
No obstante, la Organización Mundial de la Salud, no ha reconocido a ninguna de estas tres vacunas cubanas, ni tampoco ha emitido un pronunciamiento sobre las razones por las que no se han incluido dentro de la lista de vacunas para el combate de la COVID-19.
Es importante señalar que, ninguna vacuna ha sido al menos autorizada para su uso en niños menores de 5 años, sobre todo porque no se cuenta con la evidencia científica suficiente para este propósito.
Aunado a lo anterior, a principios de este mes, los Centros para el Control de Enfermedades en Atlanta Georgia, informó que, actualmente ya se encuentran en desarrollo experimentos clínicos en menores de 5 años por parte de los desarrolladores de las vacunas MODERNA y Pfizer, pero que, la tarea ha sido muy difícil y complicada, toda vez que muy pocos padres autorizan su asentimiento informado para que sus pequeñitos participen dentro de los experimentos necesarios.
Ojalá que pronto haya noticias al respecto sobre la seguridad y eficacia de las vacunas anti-COVID-19 en este grupo etario, pues al respecto, los conocedores de estos temas han pronosticado que posiblemente se podrá contar con esta información en el segundo semestre del año 2023.
Por lo pronto, estimado lector, ojalá que lo que comentó el presidente de México sobre el vacunar a los “pequeñitos” haya sido otra de sus tantas puntadas y que éste anuncio se diluya entre las esperanzas de la población de nuestro país, pues al momento, no existe vacuna contra COVID-19 que pueda ser aplicada en niños menores de 5 años.
Me despido de usted, siempre con el deseo y esperanza de que, estas breves notas, despierten un poco la consciencia y el sentido de responsabilidad al hablar de este y otros temas que impactan en la salud pública.
Hasta pronto.
