Me resulta molesto que durante esta contienda electoral escuchemos propuestas en especial aquellas que se refieren a la violencia sexual contra mujeres y niñas, y al feminicidio, en donde dicen cosas como: “cadena perpetua a los asesinos de mujeres” o “castración química para violadores, pederastas y pedófilos”, mi pregunta es si sabrán lo que están diciendo, lo violentas que resultan estas consignas.
Mi punto de cuestionamiento, es que cuando no saben ni reconocen la violencia contra las mujeres y las niñas, así como del marco de los derechos humanos, surgen una serie de consignas como máximas de justicia y que en verdad son terribles.
En Michoacán existe, afortunadamente una especie de límite que impide que la tentación y la ignorancia, además de la concebida utilización partidista penalice por encima de los 50 años, que de por sí ya es excesivo y costoso, pero que posiblemente en términos de lo que para cada víctima le signifique lo que es justo, pues no es mucho, porque no hay nada que repare el daño causado a una ser querido.
Si bien, resulta más que importante colocar a las víctimas en el centro de la justicia, además de la reparación del daño, esto también implica preguntarse y cuestionarnos si tenemos un sistema de acceso a la justicia que realmente sea justo, incorruptible y garante.
Creo que eso nos haría dudar y justamente dudar, permite colocar una serie de reflexiones que considero debemos tomar en cuenta cuando de propuestas sobre el acceso a la justicia para las mujeres y niñas víctimas implica.
Desafortunadamente no tenemos un sistema penitenciario que de verdad considere un programa que permita la reintegración del agresor no sólo a la sociedad sino a la familia, es decir, un programa integral que desmonte conductas e ideas asociadas al ejercicio del poder, el resentimiento que guarda al seguir pensando que hizo lo correcto, esta asociación de ideas que están respaldadas y toleradas socialmente sobre el ejercicio de la sexualidad y la pertenencia de los cuerpos de las mujeres, aunado a las adicciones, el uso de armas, entre muchas otras expresiones de violencia.
Además de que no existe un programa de trabajo que les permita ser útiles, superarse y especializarse; el cautiverio, los castigos y la institucionalización no reposiciona a esa persona como un humano, que esta deshumanizado y que requiere de reconstituirse sin la violencia.
Pensar en los agresores es también pensar en las víctimas, es generar una serie de programas que permitan justamente la reparación del daño, y que si bien es responsabilidad del Estado también lo es de los agresores, porque pareciera que este sistema de justicia aunado al penitenciario es un continuum que perpetua el ejercicio del poder, el dominio y la opresión sobre las víctimas, ya que estos son protegidos de alguna manera por el Estado, que no da seguimiento a su reintegración ni a su condición mental con la finalidad de que no vuelva a delinquir y violentar.
Nuestra Constitución protege los derechos humanos de todas las personas incluidas las privadas de su libertad, la castración química es una propuesta excesiva, degradante e inviable que atenta contra la dignidad de las personas, y esto no quiere decir que defienda a los agresores como es el argumento de quienes verdaderamente basan sus apelaciones en posiciones punitivas y que lesionan la vida, y que se queman la boca al criminalizar a las mujeres por acceder a un aborto seguro.
Las agresiones sexuales son la evidencia del ejercicio del poder sobre la víctima, por ello más niñas agredidas y asesinadas, porque no se pueden defender, no es el placer sexual lo que lo origina, es el dominio y sometimiento, ya que persiste la idea de que las mujeres se deben tomar, castigar y aleccionar, sus cuerpos son abordados públicamente y en privado para demostrar quién manda y quien es el dueño de ese objeto sexualizado.
En ese sentido, se trata de establecer un marco de respeto a los derechos humanos y a la legalidad y con ello fortalecer el estado de derecho, así como los mecanismos de justicia que protejan a las víctimas, y que además provea todo lo necesario e indispensable para que se haga justicia en ambas partes y se acceda a la reparación del daño, porque creo que de alguna manera debemos terminar ya, con esta violencia sexual, que no sólo puede privar de la vida a las mujeres y las niñas, sino impedirles un mundo más justo donde no tengan que temer y ser libres.