No hubo prueba que generara duda alguna al juez de oralidad, Ariel Montoya Romero, quien en punto de las 2 de la tarde con 56 minutos, emitió fallo condenatorio y declaró a Diego Urik Mañón Melgoza, culpable del feminicidio de la joven moreliana, Jessica González Villaseñor, al considerar que la trató con violencia feminicida que llevó a su máxima expresión: la muerte.
Ante un público nutrido, el juzgador aseguró que valoró las pruebas y los alegatos sin encontrar ilicitud o ilegalidad en la obtención de los testimonios, los exámenes periciales, las pruebas científicas y los cerca de 100 elementos que aportó la Fiscalía General del Estado (FGE), para lograr la condena.
Diego arribó con 10 minutos de retraso a la sala de audiencia, vestido con pantalón beige y playera café, apoyado por 4 defensores particulares; mientras del lado opuesto, se ubicaron los representantes de la Fiscalía, la asesora victimal y Verónica Villaseñor Ferreyra, que por primera vez luego de 2 años, 4 meses y 6 días no puedo evitar las lágrimas.
Integrantes de colectivas feministas se apostaron durante toda la audiencia a las afueras de los juzgados, por lo que las consignas no cesaron.
Durante cerca de dos horas, Ariel Montoya expuso la serie de elementos que no dejaron lugar a dudas de los hechos que se registraron el 21 de septiembre del 2020 y que derivaron en el feminicidio de la joven maestra.
Cámaras de seguridad del C5-I y testimonios, acreditaron que a las 17:38 horas de ese día, Diego pasó por Jessica a su domicilio particular, en la colonia Mártires de la Plaza, de donde se dirigieron en un Polo Gris, al fraccionamiento Bosque Monarca, donde el joven vivía con su mamá y su padrastro.
Cristo, el hermano de Jessica, habría reconocido a la joven, en fotografías tomadas de la cámara colocada en el acceso al residencial, por el suéter café cruzado con el que había salido de su casa, sin decirles a dónde se dirigía.
Por declaraciones de amigos, se supo que Diego y Jessica se conocían desde marzo del 2019 cuando acudieron al evento denominado “Festival Colors”, y desde entonces habían sostenido encuentros ocasionales para tener relaciones sexuales, aunque la maestra pensaba en una relación formal, el joven solo la veía para algo pasajero.
El juez aseguró que todos los datos acreditaron las circunstancias en que se registró el crimen y relató que tras ingresar al Fraccionamiento, de inmediato el vehículo se dirigió al final de la calle Selva Negra, donde tras sostener relaciones sexuales “violentas”, Diego le infringió 31 golpes, algunos de los cuales le generaron una hemorragia cerebral que le provocó la muerte.
Por sus propias declaraciones, se supo que Diego Sanyago y Jahir acudieron después al sitio, donde Diego Urik les mostró un cuerpo cubierto por una manta turquesa en la cajuela del coche; les pidió su apoyo, pero se negaron. Entonces lo levantó en brazos y se introdujo en la zona boscosa, de donde salió rasguñado.
Después regresó en su vehículo a su domicilio particular.
El testimonio de Sanyago permitió localizar los restos de la joven 4 días después, semidesnuda, a 500 metros de la barda perimetral del fraccionamiento.
Las pruebas científicas determinaron que las células de esperma encontradas en Jessica corresponden en 99.9% a las de Diego; así como el ADN que se encontró en sus uñas, en el suéter, el brasier y un calzoncillo de la maestra que localizó más tarde. Además, había rastros de la sangre de Jessica en la playera que el joven vestía esa tarde.
Los estudios periciales permitieron conocer que hubo violencia sexual, además de que los golpes se generaron para causar dolor; Jessica tuvo una agonía lenta que duró entre 2 y 4 horas.
La propia mamá del acusado y su padrastro, testificaron que Diego había aceptado que había estado con Jessica el 21 de septiembre, y que sabía que era el último en haberla visto con vida.
El análisis de los datos conservados de los teléfonos de los jóvenes, revelaron una coincidencia, al encontrarse prácticamente en las mismas localizaciones la tarde del 21 de septiembre, aunque la de la maestra dejó de tener señalar a las 19:10 horas.
A las pruebas se unieron los testimonios de los amigos de Diego, incluida Hanna, quien habría acompañado al joven a deshacerse de las pertenencias de Jessica.
El juez no dudó al emitir el fallo condenatorio, al señalar que se reunieron los supuestos establecidos en el Código Penal del estado para tipificar el crimen como feminicidio, además de que quedó acreditado que el agresor le provocó una muerte lenta y agónica.
Aseguró que no encontró ninguna excluyente para no emitir la sentencia condenatoria, ni razones lógicas para buscar acusar a otra persona, como pretendía la defensa.
Tras la explicación, el juez emitió el fallo condenatorio hacia Diego 4 minutos antes de las 15:00 horas; el feminicida fue sacado de la sala de oralidad por una puerta alterna, mientras su familia se alejó rápidamente ante la manifestación de las colectivas feministas.
