Las y los grandes gobernantes se distinguen por su sentido ético de la política. Entienden que esta es ante todo servicio, responsabilidad, vocación: ética de convicción y ética de responsabilidad. Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, muestra día a día que su humanismo no es discursivo sino de acción y por eso ella, no es una simple administradora, es una estadista.
Sin duda la prueba más alta para un gobernante, y nuestra presidenta no es una excepción, es enfrentarse a los retos que le impone la naturaleza a los habitantes de una Nación. En su respuesta se mide el temple, la energía, el don de mando, los conocimientos y la responsabilidad, como sobradamente lo ha demostrado la presidenta de México.
Las lluvias torrenciales de principios de octubre golpearon duramente a comunidades de Puebla, Veracruz, Hidalgo y Querétaro. Ante esta emergencia, la presidenta Claudia Sheinbaum decidió estar físicamente presente en los sitios más dañados, marcando un estilo distinto de liderazgo. Visitó Huauchinango (Puebla) y Poza Rica (Veracruz), caminando entre el lodo y escuchando de frente a los damnificados. Posteriormente extendió su recorrido a comunidades de Hidalgo y Querétaro, coordinando las labores de auxilio y reconstrucción.
La respuesta presidencial no se limitó a visitas simbólicas: activó el Plan DN-III, desplegó tropas, helicópteros y brigadas médicas, y ordenó la instalación de refugios temporales. Además, encabezó cada noche el Comité Nacional de Emergencias con gobernadores de todas las fuerzas políticas, priorizando la reapertura de caminos y la atención médica. En sus mensajes, nuestra presidenta subrayó la transparencia de la información, con reportes públicos sobre víctimas, avances y apoyos.
Su actitud solidaria se reflejó en gestos de empatía: abrazó a familias que lo habían perdido todo, compartió alimentos que los propios pobladores le ofrecieron y regañó a autoridades locales negligentes, dejando claro que no tolerará la indolencia, incluso dentro de MORENA.
La respuesta a estas catástrofes naturales muestra a una mandataria que apuesta por un liderazgo empático, cercano y responsable. Su presencia, solidaridad y eficacia institucional ahora transitan ya a la recomposición de las colectividades afectadas y a la reconstrucción duradera. En tiempos de tormenta, el liderazgo se prueba; Claudia Sheinbaum ha decidido forjar el suyo con hechos.
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