El 8 de marzo del año pasado, Día internacional de la Mujer, el Congreso del estado nos otorgó la condecoración “La Mujer Michoacana”, que no recibimos por el lamentable hecho ocurrido en contra del Diputado Erik Juárez Blanquet, quien fue privado de la vida.
Este año, tampoco se nos entregó, ni se realizó la convocatoria correspondiente, pero es mi interés compartirles nuestro discurso, el cual pretendía ser censurado, porque era “muy fuerte” y se me sugirió modificarlo, a lo que respondí que de ninguna manera.
Después de esto, no recibimos llamada alguna para dar explicación al respecto, ni nadie se han puesto en contacto con nosotras hasta el momento. Espero que mi negativa no haya dado motivo alguno para no entregarnos esta condecoración, porque sería lamentable que la censura y el veto – que es como lo interpretamos – vengan de una institución que se ostenta como democrática y representativa del pueblo.
Por lo que les comparto este discurso que pretendía leer en el momento del recibimiento de dicha condecoración y como no se pudo, considero necesario dar a conocer:
“Estando aquí reunidos los tres poderes, queremos que sean partícipes de esta transformación social que es encabezada por todas las mujeres, por lo que el día de hoy, es una gran oportunidad para que ustedes asuman públicamente su responsabilidad moral y política ante esta emergencia nacional.
Anhelamos una conformación del Estado garantista, justo, humano y comprometido con todos los derechos humanos de las mujeres. Este es, entonces, un momento crucial para repensar tres cosas fundamentales:
I. Repensar la impostergable necesidad de una nueva conformación y noción de Estado, un Estado en el cual hagamos posible que las mujeres, TODAS, desde que nacemos hasta que morimos, seamos ciudadanas de primera; hacer posible la consolidación de un Estado Feminista.
II. Es un anhelo y una prioridad que podamos construir y consolidar un andamiaje de justicia transicional, en el que podamos salir definitivamente de toda esta condición de vulnerabilidad y guerra que Michoacán enfrenta desde hace más de 10 años; para lo cual se requiere demostrar y ejercer una alta calidad moral y civil para conformar nuevos pactos que permitan acceder a la justicia, reparar el daño, reducir la impunidad y garantizar que toda persona víctima y agresora, tenga la confianza de que se dará un trato justo, humano y apegado a la legalidad.
Porque transformar la forma en que nos hemos relacionado los hombres y las mujeres, implica de un gran sentido humano civil y profundamente respetuoso ante el reconocimiento de las condiciones de desigualdad que enfrentamos todos y todas desde distintas posiciones.
Es decir, desmontemos el poder mezquino del aprovechamiento, de la opresión y la discriminación que se ha focalizado específicamente en las mujeres, cuya consecuencia ha sido que sean violentadas brutalmente, ante la mirada de quienes hoy nos encontramos aquí.
Requerimos de un pacto de civilidad en el que haya elementos éticos y democráticos, donde haya inclusión y no corrupción, si es que queremos construir y fortalecer organismos institucionales, con los cimientos de una estructura en la que no se reproduzca la violencia y se reestructure la posibilidad de transformar las desigualdades.
III. Es nuestro deseo expresar nuestra preocupación ante la ausencia del poder local, la desestructuración de los gobiernos locales complejiza que las mujeres puedan acceder de manera inmediata al primer nivel de prevención y atención que merecen, estamos agotadas de discursos políticos, de logros imaginarios, simplistas y poco respetuosos al compararse un municipio contra municipio, diciendo que ellos no tienen mujeres asesinadas, sin embargo, sí hay mujeres víctimas de todo tipo de violencias.
Señores y señoras, de lo que estamos hablando es de VIOLENCIA FEMINICIDA, la que refleja el debilitamiento estructural, presupuestario, técnico y humano que evidencia, la precariedad o limitación o simulación en la que trabajan las instancias municipales de las mujeres y eso lleva siendo un rezago, no sólo desde la declaratoria de la alerta de violencia de género, es de resaltar que desde varias legislaturas atrás, hemos pedido que se reforme la ley orgánica municipal, que obligue a dotar de recursos a las instancias municipales de la mujer para que puedan las mujeres de los municipios, acceder a todos sus derechos.
Queremos que comprendan que hemos venido documentando que varias de las mujeres que fueron a denunciar la violencia en los municipios, fueron asesinadas, y que las administraciones locales no saben qué hacer cuando una mujer está en riesgo de ser asesinada, porque los municipios han sido omisos en el diseño de una política pública orientada a garantizar la vida de las mujeres desde el ámbito local.
Por esto se requiere establecer y fortalecer los mecanismos concurrentes que ya están dichos en la ley, es necesario aceitar la articulación con los distintos niveles de atención.
Por ello consideramos necesario establecer criterios de gobernabilidad y gobernanza, en donde sean las mujeres quienes construyan las estrategias y el tipo de instituciones que requieren para poder superar la violencia desde el primer indicio.
Para esto es imprescindible que sea este Congreso, el que revise sus argumentos para que no sea esta honorable soberanía, quien limite el ejercicio pleno de los Derechos Humanos de las Mujeres.
Las mujeres queremos dos cosas fundamentales: Una vida libre de violencia y el acceso a un aborto seguro, necesarios para no morir.
Sin las mujeres no hay estado, sin las mujeres no hay democracia. Ni una Menos.
Todos los derechos para todas las mujeres”.
Lo importante es la condecoración que nos han dado las mujeres, durante 11 años, a quienes hemos apoyado desde Humanas sin Violencia, nuestra lucha no se limita al reconocimiento institucional, lo hacemos porque nos gusta lo que hacemos y desde donde estamos que seguiremos luchando por lo que creemos que es justo y es desde el lado de las mujeres lo que nos hace fuertes.