Se aprobó la reforma constitucional que hace que la Guardia Nacional sea dependiente de las Fuerzas Armadas, un hecho lamentable y que va en contra de las libertades bien ganadas y luchadas que nos han llevado a ser un país fuerte en sus raíces, capaz de aguantar gobiernos que al parecer quieren terminar con su vida institucional.
Si algo debemos criticar a esta forma tan aplastante de hacer cambios es que, primero, no se pretende hacerlos de fondo, no se revisa la raíz de lo que se pretende combatir y se vuelven las instituciones aún más vulnerables ante los enemigos actuales del país.
En este sentido, tenemos una Reforma Judicial que dictaminó que los jueces deberían de ser votados, pero para nadie es secreto que en México el crimen organizado tiene una gran participación en las elecciones, es capaz de imponer candidaturas, de matar a candidatos incómodos o que no les sean fieles a sus intereses, y “persuadir” a toda una población, bajo la dictatura del miedo para que apoyen a una opción política.
Hoy el crimen organizado tendrá capacidad de imponer a sus jueces. Ahora tendrán más fácil el camino, y si se buscaba con una reforma judicial quitar las complicidades con grupos de poder de los jueces, actualmente podrán ser brazos que dependan y representen criminales.
En este sentido, si se busca blindar a la Guardia Nacional poniéndolos en manos de las Fuerzas Armadas, alejándolos de la corrupción, hoy este cuerpo policíaco, tendrá con esta visión militar, poca sensibilidad para atender los problemas sociales de raíz, porque dependen de la visión de una sola persona.
El jefe máximo del Ejército es el Presidente de la República, y ahora toda una institución con alto poder e infiltración, estará sometida a una sola visión, y es peligroso cuando ésta, se niega a reconocer la realidad. Prácticamente Andrés Manuel López Obrador nunca aceptó que tenía un grave problema que se tradujo en los tiempos más violentos de la historia.
Cuando la Guardia Nacional tenga la instrucción de ver que todo está bien, que no existe el terrorismo, que no hay desplazamiento forzado, que no hay masacres, con esta realidad se tomarán decisiones de seguridad nacional y aquí radica lo peligroso, se dejará en la orfandad institucional a millones de mexicanos.
En México sí hay narcoterrorismo. Esto lo podemos ver en la forma cada vez más salvaje de actuar de los grupos criminales, en la forma sin misericordia de hacerse presentes, en tener encerrada a toda una población como recientemente pasa en Culiacán, Sinaloa, pero con una Guardia Nacional, bajo el mano de un Ejército que tiene la instrucción de coincidir en que no pasa nada, las cosas se pueden poner peor.
El segundo error de esta forma de hacer cambios, es que se ha decidido quitar a los afectados de la toma de decisiones. No se atreven a preguntarles a las víctimas, sean personas o poblaciones enteras, sobre sus reformas, porque saben que saldrían perdiendo, y su actual mayoría, solo sería de maquillaje ante los verdaderos problemas nacionales.