El pasado domingo falleció el polémico político mexicano Porfirio Muñoz Ledo; participó en tantos espacios de la vida pública, que quizá sea muy sencillo haber tenido alguna anécdota o historia de la que forme parte; por ello la proliferación de columnas o mensajes en su recuerdo.
Cuando en 1988 interpeló en su calidad de Senador el último informe de gobierno del entonces expresidente Miguel de la Madrid, en el contexto de la Jornada Electoral en la que se calló el sistema, fue todo un suceso inédito, que me impactó en mis primeros años de la Universidad.
Escribe Diego Fernández de Cevallos, en su colaboración para la edición conmemorativa de los 15 años del IFE, que cuando el creador del concepto de IFE, el entonces diputado José Luis Lamadrid, presentó la propuesta de una nueva legislación electoral, misma que explicó recurriendo a una analogía poco afortunada, al comparar con algunos organismos tripartitas a la institución que se proponía crear en sustitución de la Comisión Federal Electoral. De inmediato Porfirio Muñoz Ledo calificó la propuesta como una “Conasupo electoral”.
Sin embargo, Porfirio Muñoz Ledo se integraría como representante de la primera minoría del Senado de la República al Consejo General del IFE a partir del 31 de enero de 1992.
Aquellas sesiones del Consejo General del IFE caracterizadas por las intervenciones de enormes tribunos como Porfirio Muñoz Ledo y Diego Fernández de Cevallos, se constituían en muy interesantes, para un servidor que iniciaba mi vida laboral, me parecía que el Consejo General era como una escuela de posgrado, así que no me perdía ni un momento las sesiones del Consejo General del IFE.
Así que observaba el dinamismo de Porfirio Muñoz Ledo que de repente se levantaba de la mesa y se iba a sentar a conversar con una persona o periodista en los espacios entorno a la mesa de la herradura, para luego volver e intervenir, sin perder en ningún momento el hilo de la discusión.
En esos movimientos de Porfirio Muñoz Ledo dentro de la sala de sesiones del Consejo General del IFE, en una ocasión, pasó junto a un compañero y un servidor y nos dirigió un amistoso “jóvenes políticos”.
En esas sesiones llegó la correspondiente a la extraordinaria del 12 de marzo de 1993, en la cual, los partidos políticos intentaron colocar la discusión de un asunto en el orden del día, que tenía que ver con el financiamiento a los partidos, derivado de lo que se conoció públicamente como “el pase de charola”, que se trató de la cena del 23 de febrero de 1993 en casa del exsecretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, a la que acudieron el Presidente Carlos Salinas y los hombres más ricos del país, donde el entonces presidente solicitó recursos para financiar la campaña presidencial de su partido.
Pues bien, en la discusión referida del 12 de Marzo, quedó asentado en el acta de la sesión del Consejo General del IFE, que Porfirio Muñoz Ledo intervino diciendo: “Ahora no me parece buena la recomendación de que no haya orden del día, debe haberlo, esta vez dentro del orden del día vamos a tratar lo contrario a un orden del día, el desorden de una noche, que se ha hecho famoso en el mundo entero, ese se trata de incluir en el orden del día, el desorden de una noche”.
Finalmente, no se pudo incluir el tema, pero me quedó la sensación de que se abría un tema muy importante dentro de los procesos electorales, la fiscalización de los ingresos y gastos de campaña.
Luego vendría 1994, con el movimiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, justo con el proceso electoral en curso, lo que detonó las llamadas “Conversaciones de Barcelona” llevadas a cabo entre el 8 de febrero al 26 de mayo de ese año, y en las cuales participó activamente Porfirio Muñoz Ledo como representante del PRD, lo que desencadenaría una reforma constitucional que transformaría en medio del proceso electoral del IFE con consejeros magistrados, al IFE con consejeros ciudadanos, entre otras reformas.
El primer tema de las Conversaciones de Barcelona fue la integración del funcionariado del IFE, lo que llevó a lo que se conoce como “las noches de los cuchillos largos”; ya que se recibían objeciones contra funcionarios electorales, que generaron sustituciones que se harían por consenso y que las propuestas de relevos las haría la Dirección Ejecutiva del Servicio Profesional Electoral conforme a las normas del Estatuto del Servicio Profesional Electoral. En esa mesa llegue a ver a Porfirio Muñoz Ledo, mientras un servidor asistía en la antesala con expedientes de Vocales, por si se requerían.
En esa etapa, tuve que ir de emergencia a cubrir vacantes que se generaban para que las sesiones de los Consejos Distritales del IFE se mantuvieran durante el proceso electoral, como la Vocalía Ejecutiva del distrito de Coatepec, en Veracruz; o la Vocalía Secretarial en Xalapa, Veracruz.
Aún cuando, desde el 5 de abril de 1989, José Woldenberg, en su intervención en la Novena Audiencia Pública de la Consulta Pública sobre la Reforma Electoral proponía un Consejo General de la autoridad electoral ciudadanizado, elegido por una mayoría calificada de 2/3 o 4/5 partes de la Cámara de Diputados, incluyendo la Presidencia. La concepción de José Luis Lamadrid de un órgano de Estado conformado por las representaciones de los 3 poderes del Estado, alejó la posibilidad.
De igual forma en 1994 se volvió a discutir esta posibilidad, pero Porfirio Muñoz Ledo en representación del PRD, junto con el PAN presentaron una propuesta que consideró la no militancia partidista de Jorge Carpizo y ponderando las particulares condiciones en que los comicios de 1994 debían llevarse a cabo, ya con el contexto del asesinato del Candidato Priista Luis Donaldo Colosio, acordaron que la ley no fuese modificada y que Jorge Carpizo como Secretario de Gobernación, continuara al frente del Consejo General, consenso que fue inmediato; aunque si lograron ciudadanizar a los Consejeros del Consejo General.
Pero llegaría 1996, en donde nuevamente Porfirio Muñoz Ledo participaría intensamente en las negociaciones de la reforma electoral que terminaría por ciudadanizar la figura de la Presidencia del Consejo General, a la que llegaría precisamente el autor de la propuesta: José Woldenberg Karakowsky.
El IFE creado en aquellos ayeres, obtuvo la solidez necesaria para resistir el incremento de atribuciones que trajeron consigo las reformas de 2007 y la que lo transformó en INE en 2014. Así que se valora la intervención de aquellos personajes, que como Porfirio Muñoz Ledo tuvieron claroscuros como todo ser humano, pero que al final del camino, su papel en la formación de las instituciones del Estado Mexicano y la construcción de acuerdos que permitan transitar a la República sobre las circunstancias turbulentas que la historia nos presenta, es fundamental.