De acuerdo a un reporte obtenido a través de “Guacamaya Leaks”, y que se publicó en medios, el 72 por ciento del territorio nacional está bajo asedio de cárteles, lo cual creo, son números conservadores, porque a lo ancho y largo del territorio nacional se reportan diario, incidentes violentos que tienen la marca del crimen organizado, quienes han perfeccionado sus técnicas para sembrar el terror en las calles y comunidades.
Bajo esta visión, 7 de cada 10 poblados, corre el riesgo de ser escenario de un enfrentamiento, de fuego cruzado, sus negocios y comercios seguramente son extorsionados, hay familias que han tenido que desplazarse huyendo de la violencia para tratar de salvaguardar su integridad física y patrimonial.
De acuerdo al reporte que tenía en sus manos el Ejército, en el país operan 80 grupos del crimen organizado y alrededor de 16 bandas criminales, en muchos casos, son protagonistas de sanguinarias batallas por el control de los territorios, y son más las muertes que dejan a su paso.
Celebro que el Ejército tenga un diagnóstico de la actividad criminal en México, pero al parecer no hay ningún plan de acción para controlar o al menos evitar que se propague este escenario. Lo que se ha filtrado demuestra que no existe una contención, y que la estrategia de “abrazos no balazos” sólo ha facilitado el camino para que actúen de manera impune.
En mayo de 2019, en el marco del lanzamiento de la estrategia nacional de lucha contra el crimen, el presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que operaban en México 37 cárteles, es decir que, en 3 años, y comparando con los datos que tiene hoy en día del Ejército, se han agregado 43 grupos delictivos de alto impacto, lo cual demuestra que el plan y la visión que tenía, estaba errada.
Este panorama nos puede explicar muchas cosas, por ejemplo, que el sexenio de López Obrador, se esté convirtiendo en el más violento de la historia, hasta agosto de este año, sumaban en el país, 127 mil 162 muertes violentas, de las que 123 mil 550 fueron homicidios dolosos y 3 mil 612 feminicidios. Además, se presentaron 81 mil 634 reportes de desapariciones, de los cuales 35 mil 748 casos, seguían pendientes de resolver.
Esto no deja de ser estadística, pero cada uno de los asesinatos tiene rostro, nombre y una familia incompleta. Muestra de ellos son las historias que nos presentan los medios, como la mujer que vestida de novia, lloraba a la puerta de una iglesia en Sonora, frente al cuerpo asesinado de su pareja.
Así que es tiempo de hacerle caso a los números fríos, y antes de pensar en cambios burocráticos de la Guardia Nacional, se debe valorar qué es lo que está fallando, por qué van al revés de lo que querían alcanzar, por qué cada vez hay más asesinados, y qué país tenemos que permite que crezca el número de cárteles que opera en el país, y que ha provocado actos de terrorismo que tampoco quiere reconocer el gobierno.