La mirada de Diego Urik se mantuvo firme en Hanna Paulina durante las casi 5 horas de su testimonio; la joven reconoció al imputado por el feminicidio de Jessica González Villaseñor como su mejor amigo.
Ante un reducido número de asistentes a la audiencia, las lágrimas quebraron su voz al revelar que Diego Sanyago, le había confesado haber visto al ahora detenido bajar el cuerpo de una mujer muerta de su vehículo, cubrirlo y perderse en la maleza.
“Lo amaba mucho”, aseguró en la continuación del juicio oral por el crimen de la maestra moreliana, que encabezó en audiencia el juez Ariel Montoya Romero, en la que describió que el amigo del imputado le compartió que Diego “había usado una piedra” para pegarle a la mujer que cargaba en brazos.
“Me dijo que (Diego Urik) Mañón la envolvió en la sabana que utilizaba para cubrir los asientos de mi perro Apolo, que había visto que había usado una piedra para pegarle”.
Diego y Hanna comenzaron una relación de amistad en la preparatoria, nunca fueron novios, pero se quedaban con frecuencia a dormir en la casa del otro, con anuencia de los padres; salían a bailar, a tomar, prácticamente todos los días tenían contacto hasta que la relación se convirtió en “tóxica”.
Vestida de Negro y con pelo recogido, relató que ese 21 de septiembre había estado en casa de Diego Urik cerca de las 11:00 horas, pero había salido molesta tras atestiguar una pelea telefónica con su novia.
Alrededor de las 6:15 de la tarde, el imputado le llamó por teléfono mientras ella estaba en el cine y le dijo que tenía algo pendiente que contarle; cerca de las 8:30 de la noche, insistió en que debía decirle algo urgente, por lo que pidió a su mamá llevarla a su casa.
Al llegar al lugar, notó a Diego Sanyago, más serio de lo habitual y a Diego Urik un poco triste, según supo después, por haber terminado con su novia Camila, lo que le pareció raro, ya que conocía cómo reaccionaba de manera habitual al terminar una relación.
Hanna relató que extrañada, optó por salir a revisar el Polo Gris de Diego, donde no apreció nada extraño, solo que en la cajuela había una bolsa negra para basura con algunos objetos adentro y una botella pequeña de tequila ya vacía.
Señaló que más tarde llegó su hermana y después los papás de Diego, mientras que él solo atinó a decirle que había pasado algo malo y que “era mejor que no supiera nada”.
Esa noche, ya en la cama. Hanna aseguró que escuchó que Diego recibió una llamada de una mujer que le preguntaba por Jessica González Villaseñor y le pedía compartir una alerta por desaparición; en ese momento el joven reconoció que había salido con ella, pero que la había dejado cerca de su casa entre 5:30 y 6:00 de la tarde.
Relató que 5 minutos después recibió otra llamada similar y cerca de la media noche la despertó para pedirle que lo acompañara; salieron y abordaron la camioneta KIA de sus papás de Diego, donde también puso la bolsa negra que traía en la cajuela del Polo
“Es algo que tengo qué hacer ahorita”, le dijo por toda explicación.
De acuerdo a la versión de Hanna, Diego le impidió ver qué había en la bolsa, pero se dirigió hacia la zona de Jesús del Monte y con el vehículo en movimiento lanzó un objeto pequeño; luego manejó por una calle cercana al Oxxo que se encuentra frente al Tec de Morelia, donde se detuvo y tiró algo rosa.
Enseguida se enfiló hacia la avenida Amalia Solórzano y en el trayecto lanzó objetos pequeños; ya en la vialidad principal dejó la bolsa junto a un bote verde con muchas bolsas de basura.
Al día siguiente, Diego llevó a Hanna a su casa, donde decidieron desayunar juntos, pero el joven recibió una llamada de la Fiscalía Estatal donde lo citaban a declarar, por lo que se puso en contacto con sus padres, que decidieron acompañarlo tras ponerse en contacto con un abogado.
Diego pidió a Hanna llevar el Polo Gris al autolavado Élite, a donde la joven llegó cerca de las 11:00 horas, pero regresó más tarde para recoger su bolsa que había olvidado y que habían colocado en la cajuela los trabajadores del lugar.
Explicó que luego su mamá pasó por ella y el último contacto que tuvo con Diego fue vía telefónica, cuando el joven le dijo que “era su último día normal” y lo cual, para Hanna, era un signo de que sabía que lo llevarían a la cárcel.
El 23 de septiembre, Diego Sayago buscó a Hanna en su domicilio y le relató lo que habían pasado con Diego Urik, 2 días antes por la tarde; señaló que cuando lo vio cerca de las 5:00 de la tarde, el joven estaba alterado, enojado, como drogado, fueron a Home Depot, de donde salió con un hacha y bolsas de basura.
Sayago le relató que Diego le dijo que se vieran con Jair, -otro de sus amigos-, en su fraccionamiento, pero no le detalló el lugar exacto del encuentro; al llegar al sitio, Jair se bajó primero, se acercó a ver la cajuela del Polo Gris y al ver su expresión de asombro, Sanyago decidió también acercarse.
Entonces vio el cuerpo de una mujer con espuma en la boca, por lo que concluyó que estaba muerta. Hanna recordó que el joven le pidió no decir nada, porque estaba temerosos de que encontraran el cuerpo.
También vino a la memoria el hacha que Diego le había pedido guardar en su casa y preguntó por ella, Sanyago le explicó que no habían “alcanzado a usarla”.
“Mañón iba a usar el hacha para cortarla, pero no eso no, estaba nueva”, señaló por toda explicación.
Tras lo ocurrido, Hanna aseguró que platicó con su familia y decidieron que se presentaría a declarar al día siguiente, lo hizo el 24 de septiembre del 2020 ante la Fiscalía de Personas Desaparecidas.
En lo que ahora define como violencia psicológica, la joven detalló que fueron pocas veces las que Diego Urik la trató mal. “fueron 3”, “me decía que me quería, me sacudía y me decía que yo era de él”, relató la joven.
“Lo amaba tanto que yo pensaba que no podía vivir sin él”, pero me llamaba de forma despectiva, algunas veces “zorra” y otras “puta”.
En enero del 2020, Diego le había hecho una broma a Hanna que la puso en alerta, “Que había salido con una niña, que había tenido relaciones y que la había ahorcado”.
La joven asegura que desde entonces está sometida a tratamiento psicológico y psiquiátrico, ya que se percató de los abusos de que era víctima; recuerda una de las veces en las que Diego la sometió a uno.
“Me puso un cable, me amarró, yo no quería hacer eso y no me escuchaba, me estaba pegando. Cuando vio que estaba llorando me pidió una disculpa, me dijo que no sabía porque había hecho eso”.
A pregunta de los defensores, la joven reconoció haber aceptado el “criterio de oportunidad” que le ofertó la Fiscalía General del Estado, ya que estaba sujeta a proceso por el delito de encubrimiento, pero decidió rendir su declaración para “que se supiera su verdad”.