El “hacer valer los derechos del embrión” es el equivalente a decir que es necesario “hacer valer los derechos del ser humano”.
Lo anterior, no solo suena, sino que es completamente absurdo, puesto que muchos no encuentran la lógica, tampoco la razón en ello.
El embrión humano, ya desde su formación, tiene los mismos derechos que una persona completamente formada, solo por el simple hecho de que posee el material genético completo y necesario para evolucionar hasta ser una persona.
Al respecto, el pasado 29 de junio del presente año, el Congreso del Estado de Michoacán, aprobó por mayoría de votos, el “reconocimiento de los derechos sociales, económicos y culturales de los embriones”.
Lo anterior, se logró después de una larga gestión por parte de algunos diputados locales con la bandera por delante a favor de las mujeres embarazadas y de sus hijos, desde el inicio del embarazo hasta el nacimiento.
Después de esto, como siempre, la sociedad comenzó a emitir de nuevo opiniones divididas, algunos a favor del aborto y otros en contra de éste.
Ante ello, debemos tener claro que, el debate del aborto es un problema ideológico, mismo que, cuando es abordado por los legisladores, éstos son poco sensibles a los descubrimientos y a los conceptos científicos, cuando se trata de la concepción de la vida.
Así, cuando se toca el tema del aborto dentro de un grupo de legisladores, si ya de por sí, las opiniones y posturas entre estos personajes están terriblemente divididas, su objetivo es velar por sus intereses políticos, en lugar de guiarse por la objetividad y la ciencia.
Al momento de fijar una postura sobre el tema, lo único que quieren es quedar bien con un segmento poblacional, previendo los futuros beneficios que esto les traerá, por ejemplo, la mayoría de los votos en un proceso electoral, entre otros que son vergonzosos y ampliamente conocidos.
Por su parte en la sociedad, la división de opiniones respecto del aborto no dista mucho de la de los legisladores, solo que, en los últimos años se han popularizado muchos argumentos que son falsos, o bien, carecen totalmente de un análisis completo para ser afirmados.
Los argumentos más sobresalientes a favor del aborto son, por ejemplo, el que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, permeando esto incluso hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin tener el mínimo conocimiento científico sobre lo que esto implica.
Para desenmascarar esta falsedad, basta con saber que el ser humano surge por la fecundación, que es la unión del óvulo y el espermatozoide, así, la vida humana inicia con la combinación de ambas células que aportan la mitad de la información genética de un ser humano propiamente dicho.
Ahora bien, la mereología, rama de la filosofía que se dedica al estudio de las partes y su relación entre ellas además con el todo, nos muestra los criterios objetivos para diferenciar entre una célula que es parte de la madre y un organismo independiente de la madre que, aunque convive con ella, no es ya ella.
Así, después de la fusión del material genético de un óvulo y un espermatozoide, ya no estamos frente a un órgano ni a una célula aislada, sino que, nos encontramos frente a un organismo taxonómicamente detectable como especie humana a partir de su código genético.
Otro argumento que es igualmente absurdo e ignorante es que el embrión no es persona pues carece de un sistema nervioso que le permita sentir.
En efecto, la aparición de un sistema nervioso o bien, de los elementos mínimos y básicos que le permitirán desarrollar la capacidad de sentir, pensar y actuar al nuevo ser humano, aparecen en una etapa avanzada del desarrollo embrionario.
Sin embargo, sabemos que el componente genético en un embrión no es suficiente para darnos cuenta de que estamos frente a una persona, pues es necesario saber que, existen otros elementos a considerar y que tienen su fundamento científico, basado en la ontogenética.
Lo anterior, se explica cuando vemos al embrión humano incluso en su etapa más temprana, teniendo un metabolismo energético propio, sí, dependiente de la madre, pero al final de cuentas con un flujo de materia y energía único, provocando la multiplicación de las células derivadas del embrión, para formar cada vez más, sistemas mucho más complejos, como el nervioso, o el inmunológico, terminando con la formación de un ser humano completo.
Para concluir amable lector, quiero comentarle que, la iniciativa y aprobación sobre el reconocimiento de los derechos del embrión es buena, solo que, no era necesaria, toda vez que nuestra sociedad y sobre todo quienes toman estas decisiones, lo hiciéramos a la luz de la ciencia y sobre todo a partir del significado de la palabra “vida”.
Espero sus comentarios, nos vemos en la próxima.