Pensando en qué tema abordar esta semana me di cuenta que ¡no he hablado sobre mi propio trabajo de investigación! Algo muy ingrato de mi parte, así que, en honor a todas esas horas gastadas en lectura de artículos, experimentos en el laboratorio, muchos errores y pocos aciertos, hoy hablaremos sobre ¿De qué estamos hechos?
Todo en este universo está compuesto de átomos, en la época de los griegos se creía que los átomos eran indivisibles, una idea errónea pero bastante interesante en aquel entonces.
En la actualidad sabemos de qué están compuestas la mayor parte de las cosas, como el agua (hidrógeno y oxígeno) o los vidrios que usamos en nuestras ventanas (silicio, carbono) pero hay una pregunta que todavía no podemos responder completamente ¿De qué estamos hechos los seres humanos?
En la escuela secundaria nos hablaron sobre la composición básica del cuerpo humano, más conocido como el CHONPS (Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo y Azufre) desafortunadamente esa no es la historia completa, los seres humanos tenemos dentro de nosotros otro tipo de elementos como el Selenio, Boro, Cromo, Cobre, Flúor, Molibdeno, Silicio, Estaño, Vanadio y Zinc.
Podríamos pensar que una vez resuelto de qué estamos hechos, tendríamos total conocimiento del cuerpo humano, pues al igual que los griegos estamos en un error, ahora la pregunta que surge es ¿De qué manera interactúan los átomos dentro de nuestro cuerpo?
La situación ahora se vuelve más complicada, ya sabemos nuestros componentes fundamentales, ahora tenemos que observar cómo interactúan entre ellos, pero ¿Cómo estudiar algo que no podemos ver? ¡Con la mecánica cuántica!
Así es, la mecánica cuántica nos propone diferentes formas de observar la interacción de los átomos sin necesidad de ver los átomos directamente. Cada elemento de la tabla periódica tiene una “huella digital” esta huella digital es la energía fluorescente del átomo.
Ok, ya sabemos cómo observar los átomos (sin observarlos), pero ¿Cómo hago que los átomos generen esa energía fluorescente? ¡Mediante la radiación!
Si a un átomo lo golpeamos con un haz de radiación podemos causar que emita su energía fluorescente. ¡Eureka! Ahora ya sabemos cómo observar los átomos, saber cómo interactúan, ahora usemos todo este conocimiento para aplicarlo en el cuerpo humano.
La nueva pregunta es ¿Dónde debemos buscar los átomos? Esta pregunta mis estimados lectores es la pregunta que se hace la comunidad científica en estos momentos, si buscamos en la sangre podremos encontrar elementos tóxicos que están transportándose en el cuerpo de manera incógnita, sin ser reconocidos o detectados. Si buscamos en la orina podemos detectar qué tan bien están funcionando los órganos del cuerpo ya que la orina contiene muchos elementos de desecho del cuerpo. Un grupo de científicos europeo se preguntó qué encontraría en la sangre de pacientes con Alzheimer y para sorpresa encontraron cantidades elevadas de aluminio, arsénico y plomo.
El cuerpo humano es una gran incógnita que los esfuerzos de muchos científicos ayudarán a resolver, la disciplina encargada de detectar elementos en diferentes partes de cuerpo recibe el nombre de Espectrometría Biomédica. La cacería de átomos continúa.