Hay un sinfín de historias de mujeres que se autosabotearon y que han narrado amargamente que estuvieron a un tris de alcanzar el éxito, la felicidad, el proyecto, etc. y mucho tiempo después logran comprender con la ayuda de una asesoría psicológica o psicoterapia que fue lo que sucedió y porque se jugó así misma en su contra.
Posiblemente algunas mujeres asocien estos hechos a la mala suerte o que las estrellas no les favorecían, algunas otras piensen que no les tenían destinado eso para ellas que ya vendrá algo mejor y así una tras otra, situaciones que de alguna manera nos queda esa espina en el medio del pecho que nos indica no estar conformes con lo dicho cuando se nos pregunta pero qué sucedió y tratamos de auto convencernos de que no la regamos cuando fue todo lo contrario.
Y es que no se trata de conformismo, no se trata de brujería, no se trata de malas vibras, ni tampoco de un pensamiento psicomágico que requiere de un ritual para destrabar esa complejidad que nos agobia. Más bien se trata de violencia, sí, por increíble que les parezca se trata justamente de una violencia internalizada que opera como “diablo” y nos sabotea aquello que nos beneficia y que nos puede llevar a una posición de poder.
No es necesariamente un asunto de baja autoestima, sino de la imposibilidad de reconocer nuestro poder y explorarlo, de ejercer nuestro criterio y gobernar, así como lo leen GOBERNAR nuestras capacidades, cualidades y conocimientos, también nuestro cuerpo y reconocer nuestros deseos y puntos débiles, así como nuestras debilidades y cómo estás operan para que emprendamos la retirada y renunciemos a lo que queremos antes de establecer y analizar nuestras posibilidades.
Una de las preguntas que debemos hacernos siempre que aspiramos a una vida mejor, a una vida tranquila, a consolidar nuestras aspiraciones, entre muchas otras es establecer la posibilidad de reconocer a qué le tenemos miedo, si ese miedo es profundo y oscuro, me paraliza analizarlo o simplemente no puedo enfrentarlo, sabernos reconocer profundamente permitirá establecer que nos impide acceder a ello, identificar si hubo palabras que nos hirieron y si estas siguen latentes en nuestra cotidianidad.
Recuperarnos de esos miedos o temores implica ponerle rostro –identidad- a esas palabras, situaciones, hechos que trascendieron y calaron hondo en nuestras vidas, y es que nos cuesta trabajo reconocerlas porque están encubiertas de alguna manera con un supuesto amor, un amor irrenunciable idealizado casi imposible de deshacernos de ese sentimiento, ya que esto nos generaría culpa y un gran dolor porque está asociado a personas que amamos y que son afectivamente importantes en nuestras vidas y eso nos hace pensar que quien nos ama no nos puede lastimar o violentar, pero sí, lo hace y casi siempre es de manera consciente aunque no lo parezca.
No, no es una insistencia a ver que todo es violencia, ya que se podría decir que se actúa por naturaleza de esa manera o que muchas veces se violenta y lastima sin querer como también se asesina a una persona. Desafortunadamente aún no hemos logrado trasformar este sistema machista, patriarcal y violento que justifica los actos de violencia como actos inconscientes, se nos olvida que somos seres racionales y reflexivos, que si bien podemos actuar impulsivamente también podemos aprender de ello para poder parar e ir desmontando esos actos y conductas que hieren y que nos impiden ser libres y dejar en libertad a otras personas que amamos y con las que convivimos.
Las personas, hombres y mujeres, sabemos y tenemos conocimiento, aun sin estudios, de lo que está mal y lo que está bien, tratar de negarlo es una renuncia a ser persona y banalizar la violencia, hacerlo contribuye a deshumanizarnos y dejar sin posibilidades el acceso a la justicia, en este caso a las mujeres.
Recordemos que la violencia como es de su conocimiento no sólo es física, sexual o económica, también es psicológica y simbólica, pero que significa eso de violencia simbólica, Pierre Bourdieu nos dice que: “”la violencia simbólica es reconocida como un tipo de violencia “amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento, o más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento””.
Es decir, cada vez que pensemos que todo está en mi contra, ya que es más fácil echarle la culpa a los demás de mi desgracia e infortunio, sería conveniente poder revisar de manera acompañada por una persona profesional que estoy haciéndome para que mi verdugo sea mi propio yo quien me sabotea cada vez que quiero extender las alas y ser libre para decidir mi destino.