Huajúmbaro, Mich..- En esta pequeña comunidad rural del municipio de Zinapécuaro, a poco más de una hora y media de Morelia, Huajúmbaro, la familia y vecinos de Jaime Alanís García, migrante fallecido durante una redada en el condado de Ventura, California, lo recuerdan como un hombre trabajador, humilde y con un sueño: sacar adelante a su familia desde el extranjero.
La noticia de su muerte ha golpeado fuerte a Huajúmbaro, una localidad agrícola donde el maíz y la milpa son la base de la economía, y la migración, una salida casi obligada. Aquí, dicen sus vecinos, “todos tenemos un familiar en Estados Unidos”.
“El señor Jaime era muy buena gente… se fue como muchos, buscando un bien para su familia”, comparte Guadalupe Alanís, vecina del centro de Huajúmbaro, quien recuerda que el hombre llevaba más de 17 años trabajando en EE.UU., mientras su esposa Leticia Cruz y su hija Janet permanecieron todo ese tiempo en la comunidad.
El pasado 10 de julio, Jaime cayó desde un edificio mientras intentaba huir de una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Sufrió graves fracturas en el cuello y cráneo que finalmente le arrebataron la vida. La Secretaría de Relaciones Exteriores confirmó el caso y detalló que trabajaba en labores agrícolas.
La familia espera que el cuerpo sea repatriado en un plazo de dos semanas según la Secretaría del Migrante y los propios familiares, para poder despedirlo en la tierra donde nació y creció.
“Lo crie con mis manos”
En la vivienda familiar, aún viven sus padres, don José Alanís y su esposa. El ambiente es de silencio y respeto. La humilde casa ubicada en un camino de terracería, don José, conmovido, evita cámaras y entrevistas, pero en una breve conversación afirma que le duele, “pero que puedo hacer, me duele en el alma, yo si tuviera papeles iría por él. Esto le pudo pasar a cualquiera”
Y continúa, fuera de cámaras: ¿Cómo no me va a doler si los críe yo así de chiquitos a los siete?… no les di más, pero fueron a la escuela y les enseñé a trabajar”.
De los ocho hijos, Jaime fue el único que emigró a Estados Unidos, allá vivía con su cuñado. Los demás se quedaron como jornaleros en el campo. Ahora, la decisión sobre el destino del cuerpo recae en su esposa, quien junto a su hija permanece en la comunidad. Su hermana América pidió respeto a los medios de comunicación y denunció actitudes agresivas y lucrativas por parte de algunos.
Un pueblo que migra por necesidad
Pese al hermetismo y resistencia de algunos a declarar, Dulce Paloma, joven habitante de la localidad accede a dar una pequeña entrevista y describe a Huajúmbaro como una comunidad migrante por necesidad: “Aquí casi no hay empleo, solo en tiempo de la fruta. La mayoría se va a Estados Unidos para salir adelante, sobre todo los hombres. La mayoría se va sin papeles”.
Aunque el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, esta mañana del lunes declaró que Jaime no era originario de Michoacán, amigos y familiares lo desmienten categóricamente: nació en Huajúmbaro, comunidad perteneciente a Zinapécuaro, localidad donde aún vive su familia y padre don José Alanís de 80 años de edad, y desde ahí emigró para trabajar y enviar recursos a su familia.
Comunidad unida en el duelo
Entre caminos de baches y campos sembrados, la comunidad se organiza para acompañar en el duelo. “Aquí cuando alguien fallece, todo el pueblito se une”, comparten vecinos.
A pesar del dolor, las y los habitantes de Huajúmbaro coinciden en que Jaime como muchos otros michoacanos iba en busca del sueño americano y murió persiguiendo un futuro mejor para los suyos.
Ahora, lo único que piden es respeto, apoyo para los trámites de repatriación y que se reconozca su origen, su historia y su derecho a ser despedido con dignidad en la tierra donde nació.
