En Michoacán, al menos 8% de los hombres y 7% de las mujeres entre los 18 y los 34 años tienen un problema de adicciones, lo que representa un problema serio para el estado, si se considera que aquí 1 millón 400 mil habitantes son considerados jóvenes, quienes también son altamente vulnerables a ser “enganchados” por el crimen organizado.
El subdirector de Planeación y Desarrollo del Instituto de la Juventud Michoacana (IJUMICH), José Romero Gómez Ayala informó que el consumo de alcohol es el más frecuente, pero también la adicción a la cocaína y las metanfetaminas, de las que el estado es productor y distribuidor.
“El alcoholismo es la más común, pero últimamente hemos encontrado un problema en la metanfetamina, una droga que ha estado distribuyéndose, produciéndose y vendiéndose mucho en el estado de Michoacán, somos productores, está este problema, la metanfetamina es uno de los problemas principales, la cocaína es un problema”.
En conferencia de prensa, el funcionario estatal reconoció que la mayor incidencia de adicción a los estupefacientes entre los jóvenes se ha detectado en las ciudades con mayor población como Morelia, Zamora, Hidalgo, Lázaro Cárdenas y Uruapan.
No obstante, precisó que también es grave en zonas alejadas “y precarias” de la Tierra Caliente, como Susupuato.
Gómez Ayala, reconoció que un número indeterminado de jóvenes michoacanos también son vulnerables a ser enganchados por el crimen organizado, ya que esta situación tiene una relación directa con la deserción escolar.
“El tema de la delincuencia organizado es estructural, no atiende a una política pública, no atiende a un solo instituto, es un tema de la sociedad, toda la estructura económica de Michoacán tiene como la forma para que el crimen organizado entre como cuchillo en mantequilla”.
La directora del Instituto, Paulina Rivera Rojas señaló que en atención a estas problemáticas, se llevan las denominadas “caravanas integrales de la juventud” a los municipios, donde se brinda ayuda psicológica y se ofertan becas escolares.
Precisó que también acuden a los tutelares para colaborar con talleres de lectura o de box a quienes se encuentran recluidos, para que no vuelvan a delinquir una vez que se reintegran a la sociedad.